El libro de Job nos cuenta
una de las historias más fascinantes de la biblia, un hombre llamado Job, sufre
terribles pruebas: pierde a sus hijos, quienes mueren al mismo tiempo, pierde a sus criados, a sus bienes, pierde su esposa
quien le habla con desprecio, pierde su salud, pues ahora una sarna consumía su
carne. Estoy hablándoles del libro de Job capítulos 1 y 2. Veamos las palabras
inmediatas de Job al final del capítulo uno.
Job 1:20 Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su
cabeza, y se postró en tierra y adoró, y dijo: Desnudo salí del
vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el
nombre de Jehová bendito. En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a
Dios despropósito alguno.
Siempre que paso
por este libro de la Biblia me impacta ver la vida de este hombre, ver la forma
como el enemigo se mueve en este mundo y la autoridad final de Dios sobre todas
las cosas. Aunque esta vez llamo mi atención Job 1:1
“Hubo en
tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso
de Dios y apartado del mal”.
Como pudo un hombre soportar todo esto, bueno pues el primer versículo
del libro nos da la respuesta.
Job era hombre perfecto, es interesante como 2 Timoteo 3:16-17
habla de la utilidad de la biblia para que el hombre de Dios sea perfecto,
enteramente preparado para toda buena obra, así que Job tomaba en serio las palabras
de Dios y estas lo hacían apto para servir a Dios.
Job era recto, sin doblez, es decir derecho, integro, apartado del
mal como lo enseña Proverbios 16:17 y 1 Crónicas 29:17.
Temeroso de Dios, es decir era un hombre sabio, como lo enseña
Proverbios 1:7.
Apartado del mal, era un hombre inteligente como lo enseña Job
28:28, no se expone adrede a la tentación, huye de ella y no se mete en camino
peligroso.
Así que podemos ver el porqué de su reacción inicial, este era un
hombre de Dios, que vivía en la llenura del espíritu Santo y por esta razón
podía ver la calamidad con otros ojos.
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