La fidelidad a Dios es un asunto de corazón, tal y como anhelamos que nuestra pareja sea fiel o que nuestros amigos no nos traicionen, así espera Dios que seamos fieles a El sin andar en caminos torcidos pero a la vez diciéndole que lo amamos de todo corazón o tampoco viviendo por las cosas de ésta vida pero cantando que le adoramos por siempre.
Pensaba en que a pesar de que tenemos momentos de debilidad,
debemos seguir adelante, organizando nuestras prioridades pues la carrera que
nos ha dado el Señor tiene una meta: Estar frente a El algún día sea que
muramos o que estemos vivos para cuando llegue el arrebatamiento de la iglesia
del Señor (es decir de todos aquellos que han confesado que Jesús es El Señor
arrepintiéndose de sus pecados.)
Por eso es tan importante que nos mantengamos atentos escuchando y
obedeciendo lo que Dios quiere decirnos cada mañana en Su Palabra, cada
semana en el discipulado, cada domingo
en la iglesia y cada uno de nosotros decide: La meta de Dios en nuestra
vida??? O decir que nadie nos cambie la
vida???
Filipenses 3:14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
El supremo llamamiento de Dios no
es que nos conformemos a que
tengamos una relación con Cristo pero seamos como el resto del mundo, es que
nos animemos a corresponder al gran amor de Dios con un compromiso fiel por
Aquel que todo lo merece!!
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