sábado, 7 de septiembre de 2013

HACER LA VOLUNTAD DEL PADRE


Durante esta semana en mi devocional seguí estudiando el evangelio de San Mateo, ésta vez en el capítulo 21 versículos 28 al 32, Jesús me mostró en la parábola de los dos hijos varios aspectos a tener en cuenta respecto de los creyentes que hacen la voluntad de nuestro Padre celestial y los que no.

21:28 Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña.
21:29
 Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue.
21:30
 Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue.
21:31
 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios.
21:32
 Porque vino a vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis; pero los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle.

Dos tipos de creyentes.

Jesús en los versículos 28 al 30 nos describe claramente dos tipos de creyentes:

En el primer caso los creyentes independientemente de sus convicciones personales y deseos dan cumplimiento a la voluntad del padre.

En el segundo una categoría de creyentes que de palabra manifiestan cumplir los designios de Dios y finalmente no lo hacen.

Es nuestro deber formar parte del segundo tipo de creyentes y cumplir con nuestra labor como evangelistas como nos lo confirma II de Timoteo 4:5: “Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.”

Para Dios no importa el pasado que hayamos tenido.

Jesucristo murió por todos y con su obra en la cruz borró todos los pecados que hayamos cometido.

Son contundentes los ejemplos utilizados por Dios para ejemplarizar que dos tipos de personas tan cuestionadas en términos de moral y gobernabilidad como son las prostitutas y los publicanos tendrán espacio en el Reino de Dios y una posición privilegiada por su fe y el cumplimiento de su santa voluntad.

Una ramera como Rahab fue usada por Dios y justificada por su fe y por la obra que realizó como se describe en los siguientes pasajes:
      
    Hebreos 11:31: “Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz.”

 Santiago 2:25: “Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino?”
    
     Un publicano como Mateo (nombre griego) / Levi (nombre hebreo) dejó su pasado como judío al servicio del Imperio Romano y fue llamado por Cristo para su obra como nos lo demuestran los siguientes pasajes:
      
     Mateo 9:9: “Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió.”
   
Marcos 2:14: “Y al pasar, vio a Leví hijo de Alfeo, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y levantándose, le siguió.”
         
    Lucas 5:27-29: “Después de estas cosas salió, y vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y dejándolo todo, se levantó y le siguió. Y Leví le hizo gran banquete en su casa; y había mucha compañía de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos.”

Nuestra fe y disciplina tiene consecuencias.

Finalmente es importante recalcar que todo el trabajo que hagamos para la obra de nuestro Señor es tenido cuenta por nuestro Creador como se confirma en la siguiente porción de las Escrituras, I de Corintios 15:58: “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.”

Jóvenes no importa qué tipo de personas fuimos en el pasado, como se establece en II de Corintios 5:17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”, nuestro pasado es justamente eso un periodo en el espacio y el tiempo que ya no existe porque gracias a Jesús somos hombres y mujeres nuevos para servir a nuestro Señor y cumplir la voluntad de nuestro Padre eterno, sigamos fortaleciendo nuestra fe y obrando conforme a la Palabra y tendremos nuestra recompensa en la tierra y el cielo.

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