sábado, 27 de julio de 2013

EL CORAZÓN DE DIOS SE CONMUEVE... ¿Y EL TUYO?



El desarrollo de mi devocional esta semana estudié el libro de Oseas y me impacto el siguiente pasaje descrito en los versículos 8 y 9 del capítulo XI:

“11:8 ¿Cómo podré abandonarte, oh Efraín? ¿Te entregaré yo, Israel? ¿Cómo podré yo hacerte como Adma, o ponerte como a Zeboim? Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión.
11:9 No ejecutaré el ardor de mi ira, ni volveré para destruir a Efraín; porque Dios soy, y no hombre, el Santo en medio de ti; y no entraré en la ciudad.”

De esta porción de la palabra de Dios podemos derivar varios elementos para tener en cuenta:
  • El trágico destino de ciudades como Adma y Zeboim (Deuteronomio 29:23a).
  • La ira de Dios consumada (Deuteronomio 29:23b).
  • La causa de la ira de Dios: el pecado de esas ciudades (Deuteronomio 29:25-26).
  • La misericordia y deseo de Dios de reconciliación para Israel: pueblo pecador (Oseas 11:8).
  • La conmoción del corazón de Dios para con su pueblo (Oseas 11:8c).
  • La salvación de la ejecución se su ira (Oseas 11:9a).
  • La naturaleza divina y la diferencia con la naturaleza humana  (Oseas 11:9b).

Jóvenes:

Cada uno de nosotros como en el caso de las ciudades descritas en el pasaje conocemos el final nefasto de los pecadores que no conocen a Jesús; sabemos como será ejecutada la ira de Dios contra los que ignoran sobre el único Salvador de sus almas condenadas.

Los interrogantes que quedan por resolver son los siguientes:

¿Somos misericordiosos?

¿Nuestros corazones se conmueven dentro de cada uno de nosotros por los pecadores?

¿Se inflama toda la compasión por las almas que no saben la verdad?

Hagamos la tarea, compartamos el evangelio, contemos sobre las tres sencillas palabras que transformaron nuestras vidas:

Muerte, Sepultura y Resurrección de Cristo

Finalmente, ejerzamos el poder de la naturaleza divina que tenemos ahora, ya no somos unos simples seres humanos y no debemos actuar como los hombres y mujeres que no tienen al Señor en el corazón.

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