jueves, 25 de julio de 2013

¡UNA VIDA INGRATA Y DESPERDICIADA!

Hablando de Jerusalén, Ezequiel en el capìtulo 16 relata lo siguiente:

3y di: Así ha dicho Jehová el Señor sobre Jerusalén: Tu origen, tu nacimiento, es de la tierra de Canaán; tu padre fue amorreo, y tu madre hetea. 4Y en cuanto a tu nacimiento, el día que naciste no fue cortado tu ombligo, ni fuiste lavada con aguas para limpiarte, ni salada con sal, ni fuiste envuelta con fajas. 5No hubo ojo que se compadeciese de ti para hacerte algo de esto, teniendo de ti misericordia; sino que fuiste arrojada sobre la faz del campo, con menosprecio de tu vida, en el día que naciste.

6Y yo pasé junto a ti, y te vi sucia en tus sangres, y cuando estabas en tus sangres te dije: ¡Vive! Sí, te dije, cuando estabas en tus sangres: ¡Vive! 7Te hice multiplicar como la hierba del campo; y creciste y te hiciste grande, y llegaste a ser muy hermosa; tus pechos se habían formado, y tu pelo había crecido; pero estabas desnuda y descubierta.

Este pasaje respira el amor de Dios por Jerusalén, y aun por la misma iglesia. Si analizamos cada verso podemos hacer el símil como hijos de Dios en cuanto a nuestra condición antes de ser rescatados y limpiados por Él. Lo necio y menospreciado y vil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte.

Mira la dimensión de este rescate en lo que Ezequiel sigue describiendo:

8Y pasé yo otra vez junto a ti, y te miré, y he aquí que tu tiempo era tiempo de amores; y extendí mi manto sobre ti, y cubrí tu desnudez; y te di juramento y entré en pacto contigo, dice Jehová el Señor, y fuiste mía. 9Te lavé con agua, y lavé tus sangres de encima de ti, y te ungí con aceite; 10y te vestí de bordado, te calcé de tejón, te ceñí de lino y te cubrí de seda. 11Te atavié con adornos, y puse brazaletes en tus brazos y collar a tu cuello. 12Puse joyas en tu nariz, y zarcillos en tus orejas, y una hermosa diadema en tu cabeza. 13Así fuiste adornada de oro y de plata, y tu vestido era de lino fino, seda y bordado; comiste flor de harina de trigo, miel y aceite; y fuiste hermoseada en extremo, prosperaste hasta llegar a reinar. 14Y salió tu renombre entre las naciones a causa de tu hermosura; porque era perfecta, a causa de mi hermosura que yo puse sobre ti, dice Jehová el Señor.

Tal cual nos hizo Dios a nosotros. Nos llenó de hermosura en extremo. Nos diò la vida abundante que podemos vivir si tan solo decidimos obedecer a la voz de nuestro buen Padre.

Sin embargo Jerusalén tomò muy malas decisiones. Pésimas decisiones. Decisiones nefastas para lo que vendría en su historia, y que nos advierten hoy en día de manera muy clara de la forma como podemos llegar a destruir literalmente nuestro futuro.

15Pero confiaste en tu hermosura, y te prostituiste a causa de tu renombre, y derramaste tus fornicaciones a cuantos pasaron; suya eras.

22Y con todas tus abominaciones y tus fornicaciones no te has acordado de los días de tu juventud, cuando estabas desnuda y descubierta, cuando estabas envuelta en tu sangre.

27Por tanto, he aquí que yo extendí contra ti mi mano, y disminuí tu provisión ordinaria, y te entregué a la voluntad de las hijas de los filisteos, que te aborrecen, las cuales se avergüenzan de tu camino deshonesto.

De nuevo triste. Muy triste. La que había sido llena de hermosura, ahora se encuentra desolada y destruida. Conocemos la historia! Guardémonos de echar a perder el plan precioso (agradable y perfecto) que Dios ha trazado para nuestras vidas.

Un abrazo y nos vemos mañana,

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