sábado, 20 de abril de 2013

NINGUNA OBRA HUMANA PUEDE BORRAR NI JUSTIFICAR EL PECADO


El martes comencé a leer el libro de Jeremías y Dios me mostraba en su palabra que ninguna obra de los hombres puede quitar la mancha del pecado.

Jeremías 2:22
Aunque te laves con lejía, y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá aún delante de mí, dijo Jehová el Señor.

Esto me llevaba reflexionar que gran parte de nuestra sociedad tiene la creencia que el pecado es únicamente una violación de las relaciones humanas y depende de los procesos legislativos internos de cada país, donde dependiendo de las normas vigentes prácticas como: el aborto, el consumo de drogas, la pena de muerte, la eutanasia, la poligamia y el matrimonio entre personas del mismo sexo y la adopción por parte de estas parejas, entre otras tantas, es permitida y por lo tanto no merece ningún tipo de sanción y no tiene consecuencia alguna en nuestro paso temporal en la tierra y menos aún en la eternidad.

Los legisladores y los habitantes de cada Estado consideran que un hecho es pecado sólo si la sociedad en general no lo acepta, es por esto que muchos viajan de país en país para poder dar rienda suelta a sus deseos y sentirse justificados por que la conducta que están cometiendo no es sancionada en determinado territorio.

Imaginé por un momento que una de estas personas enfrente la justicia divina y pretenda lavar la mancha de su pecado amparándose en la legislación interna de un país y fundamentando su defensa en que él no desagradó a Dios porque en su entorno esa conducta era permitida y practicada sin ningún tipo de sanción.

Recordemos lo que nos dice el Señor en I de Juan 1:5-10

1:5 Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. 1:6 Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; 1:7 pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado1:8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. 1:9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 1:10 Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.

Si bien tenemos clara esta verdad es parte de nuestra comisión ayudar a salir al mundo de la ignorancia y confusión en que está envuelto para que cada vez más personas sean conscientes de las conductas que desagradan a Dios a la luz de su palabra y que sepan que lo único que puede quitar la mancha del pecado es la preciosa sangre de nuestro Salvador Jesucristo y solamente existe una justificación valedera gracias al sacrificio que él hizo hace más de dos mil años en la cruz para tener el derecho al perdón de sus faltas.

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