En 2 Crónicas 22:1-5 vemos la triste influencia que la gente sin Dios
puede llegar a tener en nuestra vida. Vale la pena aclarar que Ocozías fue
aquel varón dado a la impiedad con el cual el rey Josafat trabó amistad, y terminó
viendo como Dios mismo destruyó sus obras (2 Crónicas 20:36-37).
Este Ocozías quien era dado a la impiedad, era rey sobre Israel. Un hombre puesto por los
habitantes de Jerusalén en semejante posición. Las consecuencias de lo que era
su vida en sí, no se podían hacer esperar. Léelo tú mismo:
“Cuando Ocozías comenzó a
reinar era de cuarenta y dos años, y reino un año en Jerusalén.” – 2 Crónicas 22:2ª
Un año fue todo lo que perduró el reino en manos de Ocozías. Dios no
le bendijo. Su buena mano no estaba sobre lo que él hacía. Tomó consejo de
malos consejeros y ya vamos a ver los resultados.
Dos cosas que llamaban mi atención de esta porción:
La primera la vemos en parte del Vs.
3 – “Pues su madre le aconsejaba a
que actuase impíamente”
La segunda la vemos en parte también del Vs. 4 – “Hizo pues lo malo
ante los ojos de Jehová… porque despúes de la muerte de su padre; ellos (los de
casa de Acab) le aconsejaron para su perdición.”
Después de tomar consejo donde no lo debía tomar, termina muriendo
penosamente en manos de Jehú y dejando el camino abierto para que su mamá (una
mujer malvada) hiciera de las suyas por un tiempo. Una cadena de
acontecimientos que empieza por tomar consejo donde no lo debía
Buscar.
Y nosotros, ¿por quién estamos siendo aconsejados?
Salmo 119:105 – “Lámpara (para alumbrar) es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi
camino.”
Salmo 119:24 – “Pues tus testimonios son mis delicias y
mis consejeros”
Un abrazo y nos leemos mañana,
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