sábado, 13 de junio de 2015

CONFUSIÓN Y VERGÜENZA A CAUSA DEL PECADO


Finalizando el libro de Esdras, este santo hombre hace una oración de confesión a Dios y en el Capítulo 9:6, en medio de él encontramos lo siguiente: “… y dije: Dios mío, confuso y avergonzado estoy para levantar, oh Dios mío, mi rostro a ti, porque nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestra cabeza, y nuestros delitos han crecido hasta el cielo.”

Hace ocho días vimos que Esdras era un varón de Dios, modelo en la ley del Antiguo Testamento y ejemplo para nuestros días actuales, fue devoto, vivía la fe, tenía abnegación, y aplicó diferentes reformas conforme con la ley de Dios.

Durante la preparación para cumplir la importante tarea de reconstrucción del templo de Salomón en Jerusalén, Esdras en medio de un proceso de toma de conciencia e introspección reconoce el estado general de perturbación, desorden y consternación del ánimo del pueblo de Israel ocasionada por las faltas cometidas contra Dios.

Miremos algunos de esos pasos relacionados con el proceso de preparación espiritual para ejecutar la voluntad divina.

La conciencia de pecado
Es esa capacidad del humano de reconocer y diferenciar entre lo bueno y lo malo, operó en Esdras y el pueblo de Israel. Facultad humana que debe aflorar entre notros en nuestros días para diferenciar entre lo que agrada a Dios y el pecado a la luz de la única norma absoluta y universal, la Biblia.  

Veamos algunos ejemplos.

El de los hermanos de José en Génesis 42:21: “Y decían el uno al otro: Verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano, pues vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no le escuchamos; por eso ha venido sobre nosotros esta angustia.”

El de Ramsés en Éxodo 9:27: “Entonces Faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: He pecado esta vez; Jehová es justo, y yo y mi pueblo impíos.”

El de los escribas y fariseos en Juan 8:9: “Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.”

La confesión del pecado
Es el hecho de hablar con Dios en oración y contarle sobre los pecados que hemos cometido, buscando el perdón y la reconciliación, acción ordenada y realizada por y para el pueblo de Israel y la iglesia de Cristo.

Miremos algunos pasajes que nos hablan de ella.

Expresado como mandamiento en Levítico 5:5:Cuando pecare en alguna de estas cosas, confesará aquello en que pecó,” y en Números 5:6-7: “Di a los hijos de Israel: El hombre o la mujer que cometiere alguno de todos los pecados con que los hombres prevarican contra Jehová y delinquen, aquella persona confesará el pecado que cometió, y compensará enteramente el daño, y añadirá sobre ello la quinta parte, y lo dará a aquel contra quien pecó.”

Como un obstáculo para la prosperidad en Proverbios 28:13: “El que encubre sus pecados no prosperará; Más el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.”

Como una oportunidad de perdón y limpieza en I de Juan 1:9:Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.”

La confusión derivada del pecado
Esta palabra que denota perplejidad, desasosiego, turbación de ánimo, y desorden, siempre ha estado relacionada tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento con aspectos negativos y pecado.

Relacionamos algunos ejemplos de ello en las Escrituras.

Como resultado del pecado cometido en Babel en el proceso de construcción de la torre cuya cúspide buscaba llegar al cielo en Génesis 11:7: “Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero.”

Como consecuencia de la desobediencia del rey Saúl en I de Samuel 14:20: “Y juntando Saúl a todo el pueblo que con él estaba, llegaron hasta el lugar de la batalla; y he aquí que la espada de cada uno estaba vuelta contra su compañero, y había gran confusión.”

Como característica de los que aborrecen a Dios en Job 8:22:Los que te aborrecen serán vestidos de confusión; Y la habitación de los impíos perecerá.”

La vergüenza
Para cualquier ser humano la vergüenza debe ser la reacción natural y esperada frente a la falta cometida, conllevando un arrepentimiento genuino, sirviendo como freno para la comisión de pecados en el futuro.

El pecado nos debe doler cada vez que lo cometamos.

Observemos la Palabra de Dios para encontrar algunas referencias al respecto.

La que sintió Adán al creer a Eva siguiendo las instrucciones de Satanás y comer del fruto prohibido y conocer su desnudez, descrita en Génesis 3:9-10: “Más Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.”

La que describe el salmista dadas las faltas cometidas en Salmos 44:15: “Cada día mi vergüenza está delante de mí, Y la confusión de mi rostro me cubre,”

La profetizada aún de los pecados futuros en contra de la soberanía de Dios en Ezequiel 32:30-32: “Allí los príncipes del norte, todos ellos, y todos los sidonios, que con su terror descendieron con los muertos, avergonzados de su poderío, yacen también incircuncisos con los muertos a espada, y comparten su confusión con los que descienden al sepulcro. A éstos verá Faraón, y se consolará sobre toda su multitud; Faraón muerto a espada, y todo su ejército, dice Jehová el Señor. Porque puse mi terror en la tierra de los vivientes, también Faraón y toda su multitud yacerán entre los incircuncisos con los muertos a espada, dice Jehová el Señor.”

Tengamos claro que esta característica no se relaciona con Dios como se establece en Romanos 5:5: “y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.”

Jóvenes, reafirmamos que en Esdras tenemos un varón de Dios modelo para todos nosotros, un hombre que en el proceso de preparación su corazón para luego reedificar el templo de Dios, tuvo conciencia de pecado, lo confesó, buscó alejar la confusión y vergüenza y restablecer su relación con el Señor para cumplir sus santos propósitos. Un buen ejemplo a seguir cuando el pecado se manifieste en nuestras vidas.

Finalicemos entra entrada con estos dos versículos.

I de Corintios 14:33:pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos,”

Hebreos 2:11: “Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos,”

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buena exhortación, gracias. =) =) =)