sábado, 1 de marzo de 2014

REFRENANDO LA LENGUA DEL MAL


Estoy leyendo I de Pedro y me encuentro fascinado con el lenguaje de este Apóstol otrora considerado impertinente. El pasaje objeto de ésta entrada se encuentra en el capítulo 3, versículo 10: “Porque: El que quiere amar la vida Y ver días buenos, Refrene su lengua de mal, Y sus labios no hablen engaño;” en esta pequeña porción de la Palabra de Dios podemos identificar lo siguiente:

1. El deseo de amar la vida

Pedro nos habla acerca de un hombre que quiere amar la vida, y ¿no es la vida el mismo Señor Jesucristo?

Veamos la respuesta a esa pregunta en diferentes versículos de la Biblia:

Juan 1:4:En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.”
Juan 11:25: “Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Juan 14:6: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
II de Timoteo 1:10: “…pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio,”
I de Juan 5:12:El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”

Por lo tanto el hombre que desee amar la vida es el hombre que quiera amar a Cristo.

2. El control de la lengua

Pedro nos exhorta a ejercer el control de nuestra capacidad comunicativa cuando el propósito conlleve la maldad.

Corroboremos esta advertencia en otros pasajes de la Palabra de Dios:

Salmos 34:13:Guarda tu lengua del mal, Y tus labios de hablar engaño.”
Proverbios 13:3:El que guarda su boca guarda su alma; Mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad.”
Proverbios 21:23:El que guarda su boca y su lengua, Su alma guarda de angustias.”
Santiago 1:26: “Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana.”

Reseñando igualmente el tratado sobre la lengua contenido en Santiago 3:1-12 que incluye un extenso discurso sobre la responsabilidad referente a nuestra boca y el correcto uso de las palabras.

En el accionar de nuestra lengua debe estar proscrito el mal y lo que salga de ella solo puede ser la verdad y la vida.

3. Las consecuencias de usar bien la lengua

Finalmente en el pasaje estudiado aparece una promesa para el hombre que usa correctamente su boca y es la de ver días buenos, en nuestro paso temporal en la tierra y en la eternidad.

Vivamos esa promesa en nuestra existencia, usando nuestra lengua para llevar el evangelio al mundo perdido, para alabar al Creador y para enseñar a otros en el servicio al Señor.

Jóvenes, amemos la vida, amemos a Cristo, controlemos nuestra boca, no hablemos el mal y Dios nos mostrará días buenos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ya entiendo mejor porque tenemos dos orejas y una sola boca... Gracias :)