1. El deseo de amar la vida
Pedro nos habla acerca de un hombre que quiere amar la
vida, y ¿no es la vida el mismo Señor Jesucristo?
Veamos la respuesta a esa pregunta en diferentes
versículos de la Biblia:
Juan 1:4: “En él estaba la vida, y la
vida era la luz de los hombres.”
Juan 11:25: “Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección
y la vida; el que cree en mí, aunque
esté muerto, vivirá.”
Juan 14:6: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por
mí.”
II de Timoteo 1:10: “…pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual
quitó la muerte y sacó a luz la vida
y la inmortalidad por el evangelio,”
I de Juan 5:12: “El que tiene al Hijo, tiene la vida; el
que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”
Por lo tanto el hombre que desee amar la vida es el
hombre que quiera amar a Cristo.
2. El control de la lengua
2. El control de la lengua
Pedro
nos exhorta a ejercer el control de nuestra capacidad comunicativa cuando el
propósito conlleve la maldad.
Corroboremos
esta advertencia en otros pasajes de la Palabra de Dios:
Salmos 34:13: “Guarda tu lengua del mal, Y tus labios de hablar engaño.”
Proverbios 13:3: “El que guarda su boca guarda su alma; Mas el que mucho abre sus
labios tendrá calamidad.”
Proverbios 21:23: “El que guarda su boca y su lengua, Su
alma guarda de angustias.”
Santiago 1:26: “Si alguno se cree
religioso entre vosotros, y no refrena
su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana.”
Reseñando
igualmente el tratado sobre la lengua contenido en Santiago 3:1-12 que incluye
un extenso discurso sobre la responsabilidad referente a nuestra boca y el
correcto uso de las palabras.
En el
accionar de nuestra lengua debe estar proscrito el mal y lo que salga de ella
solo puede ser la verdad y la vida.
3. Las consecuencias de usar bien la lengua
3. Las consecuencias de usar bien la lengua
Finalmente
en el pasaje estudiado aparece una promesa para el hombre que usa correctamente
su boca y es la de ver días buenos, en nuestro paso temporal en la tierra y en
la eternidad.
Vivamos
esa promesa en nuestra existencia, usando nuestra lengua para llevar el
evangelio al mundo perdido, para alabar al Creador y para enseñar a otros en el
servicio al Señor.
Jóvenes,
amemos la vida, amemos a Cristo, controlemos nuestra boca, no hablemos el mal y
Dios nos mostrará días buenos.
1 comentario:
Ya entiendo mejor porque tenemos dos orejas y una sola boca... Gracias :)
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