Terminando el libro de Josué y entrando en el libro de los
Jueces, el Señor me regalaba estos dos pasajes que transcribo a continuación:
“Y
sirvió Israel a Jehová todo el tiempo de Josué, y todo el tiempo de los
ancianos que sobrevivieron a Josué y que sabían todas las obras que Jehová
había hecho por Israel.” – Josué
24:31.
“Y
el pueblo había servido a Jehová todo el tiempo de Josué, y todo el tiempo de
los ancianos que sobrevivieron a Josué, los cuales habían visto todas las
grandes obras de Jehová, que él había hecho por Israel.” - Jueces 2:7.
Que desafiante es leer estas líneas y
pensar en si nuestras vidas son ese instrumento limpio y útil en las Manos De
Dios, para que aquellos que están cerca de nosotros sirvan al Señor de manera
genuina.
Pensemos en lo que dicen ambos pasajes: Y sirvió Israel a Jehová todo el tiempo
de Josué --- Y el pueblo había servido a Jehová todo el tiempo de Josué.
¿Es nuestra vida esa herramienta poderosa
en las manos de Nuestro Señor, para llevar a otros (a causa del testimonio de
Dios en nosotros) a amar y servir a Dios con todo su corazón?
O por el contrario, ¿Somos esa piedra de
tropiezo que en vez animar al incrédulo a conocer a Jesús, y al creyente a
seguirlo; lo que hace es apartar al inconverso y desanimar al creyente?
“Si,
pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.
No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios; como
también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio
beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos.” – 1 Corintios
10:31-33.
Doy gracias a Dios por nuestros Josuès de hoy
en día. Hombres que siguen a Jesús y nos desafían a nosotros a hacer lo mismo.
A seguir sus pisadas.
Te dejamos con las palabras de Pablo en 1 Corintios 11:1… “Sed imitadores de mí, así como yo de
Cristo.”
Nos vemos mañana,
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