jueves, 11 de julio de 2013

NO OIREMOS LA PALABRA DE JEHOVÀ

Solo leyendo esta frase en el libro de Jeremías, mi corazón fue sacudido tremendamente al ver de manera tan literal, la forma como los hombres podemos llegar a oponernos a las Palabras de Dios. Los de Judá se atrevieron (¡que mal hecho!) y que fuertes las palabras que llegaron a decir…

La palabra que nos has hablado en nombre de Jehová, no la oiremos de ti; sino que ciertamente pondremos por obra toda palabra que ha salido de nuestra boca, para ofrecer incienso a la reina del cielo, derramándole libaciones, como hemos hecho nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros príncipes, en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén, y tuvimos abundancia de pan, y estuvimos alegres, y no vimos mal alguno. – Jeremìas 44:16-17

Espero que al leerlas, este pasaje cause lo mismo en ti, que causó en mí. Un temor reverente y profundo a lo que tiene que ver con aquello que sale de mi boca. Sè (la Biblia en otras tantas partes lo describe) lo que realmente podrìa pasar si tan solo me atreviese a expresarme de semejante forma tan atrevida.

Tengamos cuidado de llegar a pensar y aun a expresar el sentir de Judá. La Palabra de Dios debe ser honrada por nosotros los creyentes. Debemos leerla, entenderla con la guía y enseñanza del Espíritu Santo, meditarla y entonces ponerla por obra. Es una insensatez para con Dios y un peligro enorme para nosotros, el hecho de escuchar claramente la Palabra de Dios (lectura, enseñanza, predicación, etc) y de manera conciente tomar la decisión de no OIR (tener en cuenta) a la voz de nuestro Salvador.

Judà creyó que le irìa bien, pero como aprendimos hace unos días, nunca será una buena decisión dejar a Dios a un lado. Las consecuencias de tan nefasta decisión llegarán. Tarde o temprano pero la Palabra de Dios nos promete que llegarán.  Mira lo que sucedió con Judà…

¿No se ha acordado Jehová, y no ha venido a su memoria el incienso que ofrecisteis en las ciudades de Judá, y en las calles de Jerusalén, vosotros y vuestros padres, vuestros reyes y vuestros príncipes y el pueblo de la tierra? Y no pudo sufrirlo más Jehová, a causa de la maldad de vuestras obras, a causa de las abominaciones que habíais hecho; por tanto, vuestra tierra fue puesta en asolamiento, en espanto y en maldición, hasta quedar sin morador, como está hoy. Porque ofrecisteis incienso y pecasteis contra Jehová, y no obedecisteis a la voz de Jehová, ni anduvisteis en su ley ni en sus estatutos ni en sus testimonios; por tanto, ha venido sobre vosotros este mal, como hasta hoy.” – Jeremìas 44:21-23.

¡No oiremos las Palabras de Jehová! Que expresión tan fuerte y que posición tan riesgosa. Ni se nos ocurra llegar a pensar de esta manera.

Te dejo con una parte del salmo 19, por cierto un salmo precioso en toda la literalidad de la palabra.

“La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. 8. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos. 9. El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; Los juicios de Jehová son verdad, todos justos. 10. Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; Y dulces más que miel, y que la que destila del panal.”

Nos vemos mañana,

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