domingo, 20 de noviembre de 2011

YO TE REDIMÍ

ISAÍAS 44:21-22 “Acuérdate de estas cosas, oh Jacob, e Israel, porque mi siervo eres. Yo te formé, siervo mío eres tú; Israel, no me olvides.

Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí”.

En el capítulo 44 Dios ha estado diciéndole a su pueblo Israel que Él es el único Dios y también lo lejos que están de Él siguiendo y adorando ídolos fabricados por ellos mismos.

Ahora Dios continúa con el versículo 21 recordándole a su pueblo que son sus siervos, que él es su formador, nuevamente que son sus siervos y por último en este párrafo Dios le recuerda a su pueblo de una forma tan suave “no me olvides”.

A veces se nos olvida que nuestro Señor Jesucristo adoptó la posición de siervo par darnos ese ejemplo y seguirlo y este pasaje me reta a eso, a recordar que debemos es servir, en vez de demandar, hacerlo con amor y sobre todo si es para servir a nuestro Dios que fue el que nos formó a su gusto. Me imagino a una persona que se tiene que trasladar muy lejos del lugar donde vive y al despedirse le dice a una persona que ama: no me olvides, el deseo es que lo piense, lo recuerde, lo llame, le escriba, le hable y todos esos sentimientos de nostalgia que una persona sentiría cuando lo tienen abandonado. Dios nos ama tanto que espera que no lo olvidemos y desechemos como un cualquiera que no merece mi atención. Si hoy estamos distanciados de Él no nos olvidemos que nuestro Dios, fue Él quien nos formó y quiere tener una relación personal con nosotros.

Luego de una forma tan clara Dios le dice a su pueblo que lo que lo aparta de Él o sea los pecados que han sido desechos y se han desvanecido, que ya no hay una condenación eterna y que ahora pueden volverse a Él o sea dejar de caminar a la oscuridad para caminar a un encuentro cercano con la Luz, nuestro Dios. Luego dice la palabra de Dios (lo que más me impactó) el por qué podemos volvernos a Él, “POR QUE ÉL NOS REDIMIÓ”. El diccionario define esta palabra como a. rescatar al cautivo, b. rescatar o volver a comprar lo que antes se vendió, c. poner término a alguna adversidad.

a. Podemos recordar que éramos esclavos del pecado (Juan 8:34) y que Dios nos liberó de esa esclavitud y la consecuencia de una eternidad apartados de Él.

b. También que el nos compró por precio (I Corintios 6:20) y fue la sangre de nuestro Señor Jesucristo la que nos permite llegar a nuestro dueño, del cual nos apartamos por nuestro pecado.

c. Y por último solo él nos puede librar de la adversidad que estemos pasando y que su yugo es fácil y ligera su carga (Mateo 11:30) es un yugo que no podemos olvidar y entregarle todo a Dios para que se haga realidad en nuestras vidas. Si estamos en pecado confesémosle ese pecado con una actitud de cambio y recordemos que Jesucristo venció por nosotros en la cruz, y el espera que  crucifiquemos nuestra carne con Él.

Buena semana para todos, abrazos.

1 comentario:

Diego Julian Pena Ibanez dijo...

Que Hermosa Intervencion, muy real algunas veces nos olvidamos de la grandeza del Amor y la Misericordia que tiene Dios para con nosotros.