miércoles, 30 de noviembre de 2011

un poco mas sobre el endemoniado gadareno

El domingo tuve el privilegio de poder enseñar a la iglesia un pasaje muy famoso pero que personalmente me impacta mucho cada vez que lo leo, es la historia del endemoniado gadareno en Lucas 8:26-39, el tema principal era el valor de un alma. Dios me mostraba la historia a través de 3 partes: la primera se ve cuando ocurre un encuentro entre dos familias: la de Dios (Jesús y sus discípulos los cuales arriban a la región de los gadarenos) y la familia del diablo (el hombre que tenía una legión de demonios), en la segunda parte vemos una conversación entre Jesús y el hombre endemoniado, en esta conversación los demonios son los que quieren hablar de primeros, luego Jesús calmadamente pregunta al hombre ¿Cómo te llamas? Esta conversación arroja dos destinos, uno es el lago de fuego preparado para el diablo y sus seguidores y el otro destino es estar sentado a los pies de Jesús (sentado en lugares celestiales, teniendo una comunión con Dios). En el tercer punto vimos una despedida que incluía dos ruegos: un ruego era para que Jesús se fuera y lo hicieron los hombres de la región y el otro ruego era del hombre ex endemoniado, pidiéndole el poder irse con Jesús. Dos ruegos que muestran lo que hace la gente hoy en día: muchos le rechazan de sus vidas y unos pocos están dispuestos a seguirles ¿En cual grupo estas tú? Jesús es la puerta,  ¿Estas dentro o estas fuera?
Después de compartir el mensaje meditaba sobre otro aspecto más que no compartí en la enseñanza y que aprovecho para contar y cerrar la entrada de hoy. En la historia se ve en el verso 26 y por comparar los versos anteriores que los discípulos llegan con Jesús, ¿Cuántos llegaron? No lo se tal vez eran los doce o menos pero algo interesante  en la enseñanza es que ninguno de ellos actúa o interviene, no se siente ni que estuvieran, todo lo habla y lo hace Jesús, Jesús es el protagonista, que interesante recordar esto cada vez que tengamos la oportunidad de hablar con una persona, que podamos mostrar a Jesús que Él se lleve la gloria, que el sea el protagonista y no nosotros, recordemos que todas las cosas son de Él, por Él y para Él

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