lunes, 12 de septiembre de 2011

ORA CON EL ENFOQUE CORRECTO

(I Samuel 1:27-28) “Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí.  Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová. Y adoró allí a Jehová”.

Este pasaje me recuerda la fe de Ana, una mujer con la profunda necesidad de tener un hijo, llegando al punto de prometerle a Dios que si se lo daba seria para Él todos los días en que viviera. En momentos en los que tenemos necesidad o deseos de algo, oramos a Dios con insistencia incluso llegamos a hacerle promesas a Dios con tal de obtener lo que deseamos, pero Ana en medio de su amargura le hizo una promesa a Dios y no tardo en cumplirla, estuvo dispuesta a entregar lo que tanto le había pedido a Dios, ella entendía que ese hijo era de Dios y solo a Él le pertenecía, ella entendía que Dios tenía un plan con su hijo, un plan maravilloso.
Este lindo pasaje me cuestiona en varias cosas: ¿por qué y para que le pedimos a Dios en oración?, ¿Con que enfoque estoy orando a Dios?, ¿Mi enfoque es espiritual?, ¿Mi oración lleva siempre el ingrediente principal… la fe?, ¿Cuándo prometo algo a Dios a cambio de algo siempre le cumplo? O a penas recibo lo que pido me olvido y no cumplo mi parte, ¿Estoy pidiendo conforme a su voluntad o son mis caprichos y deseos?, ¿Estoy dispuesto a aceptar su respuesta un sí, un no o un espera?
Jóvenes la exhortación es a que estemos enfocados en las cosas eternas y no en las terrenales. Ana pidió por algo terrenal pero su enfoque siempre fue el espiritual, entrego lo que más quería a Dios, para que otros cuidaran del niño incluso cuando estaba muy pequeño, porque sabía que el plan que Dios tenia para el niño era el de hacer de el un gran varón de Dios, (I Samuel 2:11) “Y el niño ministraba a Jehová delante del sacerdote Elí”. Vemos como Ana cumplió su promesa y estuvo dispuesta a sacrificarse como madre. Y Dios no solo le dio un hijo sino que le dio cinco más y Samuel vivía conforme a la voluntad de Dios (I Samuel 2:21) “Y visitó Jehová a Ana, y ella concibió, y dio a luz tres hijos y dos hijas. Y el joven Samuel crecía delante de Jehová”
Los dejo con la hermosa  oración que Ana le hizo al Señor:
Y Ana oró y dijo:
Mi corazón se regocija en Jehová,
Mi poder se exalta en Jehová;
Mi boca se ensanchó sobre mis enemigos,
Por cuanto me alegré en tu salvación.
 No hay santo como Jehová;
Porque no hay ninguno fuera de ti,
Y no hay refugio como el Dios nuestro.
No multipliquéis palabras de grandeza y altanería;
Cesen las palabras arrogantes de vuestra boca;
Porque el Dios de todo saber es Jehová,
Y a él toca el pesar las acciones.
 Los arcos de los fuertes fueron quebrados,
Y los débiles se ciñeron de poder.
Los saciados se alquilaron por pan,
Y los hambrientos dejaron de tener hambre;
Hasta la estéril ha dado a luz siete,
Y la que tenía muchos hijos languidece.
 Jehová mata, y él da vida;
El hace descender al Seol, y hace subir.
Jehová empobrece, y él enriquece;
Abate, y enaltece.
El levanta del polvo al pobre,
Y del muladar exalta al menesteroso,
Para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor.
Porque de Jehová son las columnas de la tierra,
Y él afirmó sobre ellas el mundo.
 El guarda los pies de sus santos,
Mas los impíos perecen en tinieblas;
Porque nadie será fuerte por su propia fuerza.
Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios,
Y sobre ellos tronará desde los cielos;
Jehová juzgará los confines de la tierra,
Dará poder a su Rey,
Y exaltará el poderío de su Ungido.

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