miércoles, 22 de diciembre de 2010

SOBREVIVAMOS A LA CRISIS


A continuación me voy a tomar el atrevimiento de transcribir parte de un libro que leí en esta noche y que quiero compartir con ustedes (a propósito del invierno...)

Job ha sufrido la pérdida de todo, excepto de su vida. Está en la fosa de la depresión, y desea no haber nacido nunca. No ha aceptado la condición presente; en vez de eso, se ha resignado y ha entregado su vida (Job 3). Dado que todos experimentamos pérdidas en nuestras vidas, necesitamos aprender como aceptar lo que no podemos cambiar, y crecer a través de la crisis. Poder manejar bien una crisis estará determinado por la manera en que procesamos tres construcciones mentales.

La primera es la permanencia. La velocidad de la recuperación se afecta grandemente, sea que pensamos que las consecuencias de la crisis tendrá un efecto a corto o largo plazo sobre nosotros. La pérdida es permanente, pero no tiene que afectarnos permanentemente. Hay un potencial para crecer a través de cada crisis. Supóngase que su nuevo empleador es muy irritable. Es un problema a corto plazo si usted piensa que es solamente un humor pasajero y que tendrá poco impacto sobre usted. Pero es un problema a largo plazo si piensa que su jefe siempre está irritable. Puede responder a esta crisis de la siguiente manera:

Voy a ignorarlo - Eso es negación.
Yo también voy a estar irritable - Eso es enojo.
Trataré de apaciguarlo - Eso es negociar.
Estoy obligado con este a quien no puedo cambiar - Eso es depresión.
Dejaré este trabajo - Eso es resignación.
Voy a amarlo y a aprender a vivir con él - Eso es aceptación.

La segunda construcción mental es la penetración. Se recuperará lentamente si piensa que su vida entera ha sido arruinada. Si experimenta una pérdida, no es un perdedor. Si falla para lograr una meta, no es un fracaso. Si lo echan del trabajo, no es un desempleado.

Es natural estar apenado por lo que hemos perdido, y afligirse es una parte importante en el proceso de recuperación. Sin embargo, una depresión prolongada debido a las pérdidas significa un apego indebido e insano a las personas, lugares y cosas que no tenemos el derecho ni la capacidad de controlar. El misionero martir Jim Elliot dijo:

No es necio el que entrega lo que no puede mantener, para poder ganar lo que no puede perder.

La tercera construcción mental es la personalización. Culparse a sí mismo por cada pérdida lo mantendrá en la rutina. Si experimenta pérdidas en un área, no generalice y produzca una crisis total. Mantenga su pérdida dentro de lo específico. Si experimenta una crisis hoy, no permita que lo afecte mañana. Lleve cuentas cortas. Si el mundo se está desintengrando a su alrededor, no acepte la culpa cuando no es apropiado. Si sufre las consecuencias de una mala decisión, cambie lo que pueda, minimice sus pérdidas y siga adelante.

Esas pérdidas traumáticas con frecuencia nos hacen revalorizar quienes somos, especialmente si su identidad ha estado atada a lo que ha perdido, como cuando perdemos un trabajo o peor aún a el cónyuge. Una crisis puede profundizar nuestro andar con Dios y solidificar nuestra identidad en Cristo. Las pérdidas también precipitan la necesidad de nuevas relaciones y un cambio de escenario. Estos cambios probablemente sean necesarios para nuestro crecimiento en Cristo, pero es posible que no los hagamos a menos que seamos forzados a hacerlo.

"Y ciertamente, aún estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo." - Filipenses 4:8.

A propósito, esta porción la tomé del libro El Mentor, cuyo autor es Neil T. Anderson. Te lo recomiendo.

Nos vemos mañana,

No hay comentarios: