viernes, 25 de septiembre de 2009

En muestra de agradecimiento


El tiempo pasa volando, llegamos a un nuevo fin y comienzo de semana, una nueva oportunidad de compartir con los hermanos el amor de Dios y su presencia en la congregación, en poco tiempo terminará el año y cuando menos lo imaginemos nos llevará el Señor a su presencia, selah. Les recuerdo que tenemos reunión de A SALVO y Baluarte en la iglesia 1 y 2 piso, invitemos a nuestros amigos. Cra 35#53-58

En cuanto a la entrada de hoy, en mi devocional estudie el capitulo 12 de hebreos y me impresiono la cantidad de versículos que saltan de la Biblia con temas claros y profundos para nuestra vida. Terminando el capitulo me encontré con el vs. 28, te lo escribo y te cuento algunas cosas que aprendí, a lo que llamé: "El todo del hombre":


Hebreos 12: 28 Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia;

Lo primero que recordé es que recibimos el reino de Dios, Cristo en nosotros, la salvación de nuestra alma, este reino es inconmovible es decir que no cambia de mandato, no necesita reelecciones, es seguro, Dios lo guarda, es el mejor regalo, es la vida eterna con Dios.
Ahora pensando en todo esto que recibimos deberíamos estar agradecidos o mas bien tener gratitud y esta gratitud nos debe animar a servirle a Dios, es decir que nuestra vida sirva para Dios, que estemos involucrados con algún ministerio de la Iglesia, que seamos activos en el ministerio que todos recibimos, el de la reconciliación, en fin que pongamos al servicio de Dios el don o los dones que de ÉL recibimos, ahora este servicio es a Dios, es con excelencia, no es para que los hombres me feliciten, me recompensen o me reconozcan, recuerda que tienes al que todo lo ve, conoce tu corazón y dará el pago, no te amargues porque nadie ve lo que haces, porque nadie lo reconoce o pareciere como si a nadie le importará, recuerda que Dios es fiel y no es en vano todo lo que haces para el REY.

Ahora este servicio y nuestro andar debe ser con temor y reverencia, es decir con una vida santa y sabia, limpiándonos del pecado y quitándonos el peso que nos estorba, reconociendo a Dios toda la gloria y la honra, eso es reverencia.

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