Este
pasaje siempre me ha impactado al ver en él, la guerra literal que existe entre
las dos naturalezas que ahora tenemos como creyentes. Veo en él un grito de auxilio
literal por parte del apóstol Pablo, al comprobar de primera mano que en su
carne no mora el bien. Es suficiente con leer algunos apartes que salen del
mismo texto. Acá algunos de ellos:
Mas yo
soy carnal, vendido al pecado / lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo
que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. / En mi carne, no mora el bien / el
querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. / No hago el bien que quiero,
sino el mal que no quiero, eso hago. / Que el mal está en mí. /
¿Te has
sentido cautivo en Romanos 7 en algún momento de tu vida? De seguro que SI.
Según el hombre interior nos deleitamos en la ley de Dios, tomamos decisiones
en cuanto a nuestra conducta, hacemos resoluciones desde lo más profundo de
nuestro corazón; pero algo pasa que finalmente nos conduce a usar nuestros
miembros para ser llevados cautivos a la ley del pecado; y es entonces que
exclamamos desde lo más profundo de nuestra alma:
¡MISERABLE
DE MÍ! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?
Y
entonces viene la respuesta del Buen Señor. Gracias doy a Dios por Jesucristo
Señor Nuestro. Solo en Él, en el poder manifestado en la cruz del calvario es
que encontramos el poder para ser libertados de la esclavitud del pecado. Las
buenas nuevas. ¡Que refrigerio para nuestra alma! Que gozo saber que el pecado
no se enseñoreará de nosotros al saber y entender que ya no estamos bajo la ley
sino bajo la gracia. El favor de Dios se ha manifestado para con nosotros en la
persona de nuestro precioso Señor y Salvador Jesucristo.
“Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos,
Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo
sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue
tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues,
confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia
para el oportuno socorro.” – Hebreos 4:14-16.
Un
abrazo y nos leemos mañana,
Javier.
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