Casi
todos los Salmos están repletos de color amarillo en mi biblia, pero hay un
salmo especial que sus 35 versos están decorados del color amarillo del sol;
este es el salmo 104.
Este salmo comienza y
termina con el mismo mandamiento: “Bendice, alma mía, a Jehová” en los últimos versos
el salmista hace su compromiso de cantar a Dios mientras viva, de meditar y regocijarse
en Él. La última palabra del Salmo es ALELUYA…..
Este mandato o más bien
deseo profundo de adorar a Dios que encontramos al comienzo y al final contiene en los versos internos algunas de las razones por las cuales le adoramos, quisiera escribirles y parafrasear
algunas de ellas a continuación:
Te has vestido de
gloria y de magnificencia. JEHOVÁ: El que se cubre de luz
como de vestidura, extiende los cielos como una cortina, establece
sus aposentos entre las aguas, pone las nubes por su carroza, anda
sobre las alas del viento; hace a los vientos sus mensajeros, Y a
las flamas de fuego sus ministros. Fundó la tierra sobre sus cimientos;
No será jamás removida, como con vestido, la cubriste; Sobre los
montes estaban las aguas. Los montes y los arroyos se formaron ante tu voz,
alimentas los animales, las bestias, las aves, los animales domésticos y los
humanos que nos saciamos del fruto de sus obras. Dios hace producir el heno para las bestias, la
savia para los arboles y la hierba para el servicio del hombre, Sacando
el pan, el vino, el aceite de la tierra. Los animales tienen su habitación: los
nidos para las aves, En las hayas hace su casa la cigüeña, Los montes altos para las cabras
monteses; Las peñas, madrigueras para los conejos. Hizo la luna para los tiempos; El sol conoce su ocaso. Pones
las tinieblas, y es la noche; pones en orden los tiempos: la noche para
que salgan las bestias y el día para que trabajen los hombres. ¡Cuán
innumerables son tus obras, oh Jehová! Hiciste todas ellas con
sabiduría; La tierra está llena de tus beneficios, tu presencia da
equilibrio, das y quitas la vida, creas y renuevas, la tierra tiembla ante tu
presencia.
Ante tal majestad, ante
tal poder preguntémonos si nuestra vida comienza y termina con un “Bendice,
alma mía, a Jehová cantaré, meditaré y me regocijaré en Él”
Lee este salmo y meditalo en una profunda adoración a Dios....
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