Dios
nos muestra en este pasaje dos aspectos sustancialmente opuestos respecto del
amor, el primera correspondiente al amor teórico y pasivo y el segundo a su
forma practica y real.
El
conocimiento potencial que tengamos de la Palabra de Dios se puede constituir
en simples hipótesis sobre el amor cristiano y nuestra manifestaciones sí no
actuamos conforme a lo expresado pueden ser sinónimas de una espiritualidad
vacía, siendo nuestras obras la confirmación de la fe que profesamos.
Al
respecto el Señor nos enseña lo siguiente:
Nuestros hechos le glorifican
Es
nuestro deber demostrar el amor con los hechos correctos delante de los hombres
para glorificar al Señor, remitámonos a Mateo 5:16: “Así alumbre
vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen
a vuestro Padre que está en los cielos.”
Nuestros hechos deben abundar
Nuestro
amor cristiano se debe traducir en multitud de hechos que lo demuestren como se
establece en I de Timoteo 6:18: “Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos,
generosos;”
La fraternidad y los hechos
El
amor en medio de la congregación debe dar como resultado el aumento de nuestra
capacidad de traducir la teoría en acciones concretas como nos indica Dios en Hebreos
10:24: “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras;”
Los hechos son la demostración de la fe
Un
adagio popular afirma que la demostración del amor es acción y no la buena
razón, la sabiduría divina establece que la fe debe demostrarse, en Santiago 2:17,
encontramos que: “Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.”
Jóvenes
amar no es cuestión de lenguaje y retórica sino de acciones palpables,
demostrables y reales, teniendo siempre presente que nuestras buenas obras se
deben dar en abundancia como resultado de nuestro andar cristiano y fraterno, y
se constituyen en una forma de glorificar a nuestro Padre Eterno demostrando
nuestra fe.
1 comentario:
Gracias :)
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