En Filipenses
3:13-14: encontramos lo siguiente: “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo
ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y
extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo
llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”
A lo largo de la Biblia la vida
cristiana es comparada con una carrera de atletismo así:
Es nuestro deber esforzarnos por obtener el premio
Nuestra manera de correr debe ser exigente
sin ahorrar nada para alcanzar la meta, veamos un pasaje que comprueba que razón
de la travesía es correr para ganar:
I de Corintios 9:24: “¿No sabéis que los que corren en
el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis.”
Es una carrera de obstáculos
Como en la una
modalidad de atletismo a campo traviesa, el recorrido de las distancias está lleno de estrechamientos
e impedimentos que buscan estorbar a los atletas.
Claramente Dios nos muestra esta
situación así:
Gálatas 5:7: “Vosotros corríais bien;
¿quién os estorbó para no obedecer a
la verdad?”
II de Timoteo 2:5 “Y también el que lucha como atleta, no es
coronado si no lucha legítimamente.”
Corramos correctamente obedezcamos la
verdad y de la mano de Cristo saltemos nuestros temores y dudas internas así
como los obstáculos propuestos por la vida, el entorno, los infieles, el mundo
y Satanás.
El único objetivo: ganar.
Como vimos en nuestro pasaje guía debemos
proseguir a la meta teniendo en cuenta el premio de Dios en Cristo Jesús
nuestro Salvador previsto para los vencedores, amando su venida, venciendo la
tentación, poniendo nuestra vida en sacrificio si es necesario, viviendo con
moderación, soportando la adversidad, ganando almas, y llegando algún día a
pastorear un rebaño espiritual o ministrando la Palabra de Dios.
Buenas fórmulas para ganar
El versículo estudiado nos muestra
una excelente manera de ganar y es: “olvidando ciertamente lo que queda atrás,
y extendiéndome a lo que está delante”.
Aprendamos del caso de Israel luego
de la liberación de Egipto, avancemos
a nuestra tierra prometida y tengamos nuestra mente y corazón en ese
objetivo sin que jamás recordemos y extrañemos el inmundo estado de donde
fuimos rescatados.
Así mismo en la Palabra encontramos
otro pasaje que nos indica como salir victoriosos en el recorrido, Hebreos 12:1-2: “Por tanto,
nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que
nos asedia, y corramos con paciencia
la carrera que tenemos por delante, puestos
los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo
puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la
diestra del trono de Dios. ”
Debemos correr libres y ligeros,
entendiendo que el pecado y sus consecuencias ya no tienen efecto en nosotros, con
los pies en la tierra pero nuestra visión en lo eterno.
El final
Sería maravilloso poder morir o ser
arrebatados con un resumen tan sencillo pero completo como el descrito en II
de Timoteo 4:7: “He peleado la buena
batalla, he acabado la carrera,
he guardado la fe.”
Podemos ser soldados probados en la
guerra, deportistas consumados y ganadores y creyentes fieles y respetuosos de
la doctrina.
Las coronas
Finalmente quiero recordar el mito
griego de Dafne y Apolo que derivó en la coronación con laureles en las cabezas
del un selecto grupo de guerreros y deportistas en señal de victoria, haciendo
referencia directa a las coronas, esta vez entregadas por el Dios vivo y
verdadero, que solo alcanzarán los que olvidaron lo que quedaba atrás y se extendieron
a lo que estaba delante, prosiguiendo a la meta y obteniendo el premio:
1. La corona de justicia.
2. La corona de vida.
3. La corona incorruptible.
4. La corona de gozo.
5. La corona de gloria.
Jóvenes, ¿nos estamos esforzando por
el premio? ¿sorteamos los obstáculos? ¿nuestros objetivos son los mismos
descritos en la Biblia para obtener los laureles eternos? ¿aplicamos las
fórmulas bíblicas para salir victoriosos?
Que la respuesta a todos esos
interrogantes sea: sí. Y que sigamos corriendo para que de la mano del Señor seamos
dignos de ser coronados con alguno de esos galardones eternos reservados para
los vencedores en Cristo.
3 comentarios:
Gracias por esta linda exhortación... Muy edificante
Que buena enseñanza, gracias por compartirla, se ve que es el fruto de una meditación profunda en la Palabra de Dios... :)
Gracias!! :)
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