miércoles, 23 de octubre de 2013

UN GRAN EJEMPLO A IMITAR

El libro de Esdras nos cuenta el momento en que el pueblo de Israel sale de su cautividad en Babilonia para volver a su tierra. 
Dios despertó el espíritu de Ciro rey de Persia para que este animara y ayudara económicamente a los judíos a salir y volver a sus tierras para edificar la casa de Dios. 
Los judíos reedifican el templo, pero después de un tiempo el servicio en el templo se paraliza, el pueblo estaba nuevamente cautivo pero esta vez era de sus propias concupiscencias.
Dios vuelve a despertar un corazón, en esta ocasión era el de uno de su pueblo, un Escriba y sacerdote llamado ESDRAS; este hombre tenía unas características especiales por la gracia de Dios en su vida, fue usado tremendamente por Dios en una etapa de avivamiento en el pueblo de Dios.

Al leer Esdras 7 podemos decir de este hombre que: tenía un linaje claro de su descendencia sacerdotal, era un escriba diligente en la ley de Jehová, la buena mano de Dios estaba sobre él, tenía la gracia de Dios sobre su vida, era un líder al que era fácil seguir, había preparado su corazón para inquirir, cumplir y enseñar la ley de Jehová.

Además de estas características Esdras despertaba la admiración de la gente quienes lo veían como un hombre erudito en la ley del cielo, un hombre honesto, sabio, líder.

Esdras no se jactaba ni se dejaba dominar por la vana gloria, el atribuía y daba la gloria a Dios, se inclinaba y le adoraba agradecido por su misericordia, le oraba y no movía un paso sin la guía de Dios.
Yo creo que Esdras es un buen ejemplo para nosotros, al ver su vida preguntémonos estas cosas:
1)  ¿ La mano de Dios se ve en nuestras vidas?
2) ¿Nuestro testimonio de vida inspira a otros a seguir a Jesús?
3) ¿Tienes comunión con Dios, Él guía tu vida?
4) ¿Lo que haces da fama a Dios o buscas tu propia gloria?


Dios uso poderosamente a Esdras y todo un pueblo fue movido a Dios, al igual que este hombre somos instrumentos en las manos de Dios para que la gente conozca que hay salvación y propósito en Jesucristo.

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