El capítulo 3 del primer libro de Reyes es sencillamente fascinante. Hoy más que palabras humanas te animamos a que leas la palabra de Dios. Ven con nosotros a 1 Reyes 3…
“3Mas Salomón amó a Jehová, andando en los estatutos de su padre David; solamente sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos. 4E iba el rey a Gabaón, porque aquél era el lugar alto principal, y sacrificaba allí; mil holocaustos sacrificaba Salomón sobre aquel altar. 5Y se le apareció Jehová a Salomón en Gabaón una noche en sueños, y le dijo Dios: Pide lo que quieras que yo te dé. 6Y Salomón dijo: Tú hiciste gran misericordia a tu siervo David mi padre, porque él anduvo delante de ti en verdad, en justicia, y con rectitud de corazón para contigo; y tú le has reservado esta tu gran misericordia, en que le diste hijo que se sentase en su trono, como sucede en este día. 7Ahora pues, Jehová Dios mío, tú me has puesto a mí tu siervo por rey en lugar de David mi padre; y yo soy joven, y no sé cómo entrar ni salir. 8Y tu siervo está en medio de tu pueblo al cual tú escogiste; un pueblo grande, que no se puede contar ni numerar por su multitud. 9Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande”
Salomón tenía una oferta de primera mano hecha por el Señor y Creador del universo entero. Tenía carta abierta para pedir lo que quisiera y sin lugar a duda tendría lo que demandara de la mano de Su Dios.
¿Largura de días? ¿La vida de sus enemigos? ¿Riquezas? ¿Gloria? ¿Caballos? ¿Instrumentos? ¿Mujeres? ¿Qué habrá pasado por la cabeza de Salomón?
¡Cuanta enseñanza nos deja este varón de Dios! Salomón pide sabiduría antes de cualquier otra cosa. El no quería otro asunto aparte de saber como gobernar a este pueblo tan grande sobre el cual Dios le había puesto como rey.
Y tu, ¿Qué hubieses pedido?
Dios ve la pureza y las intenciones del corazón de Salomón y le da sabiduría cual no la tuvo ningún rey antes de él ni después de él. Miremos juntos lo que sucede a continuación.
“10Y agradó delante del Señor que Salomón pidiese esto. 11Y le dijo Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oír juicio, 12he aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú. 13Y aun también te he dado las cosas que no pediste, riquezas y gloria, de tal manera que entre los reyes ninguno haya como tú en todos tus días. 14Y si anduvieres en mis caminos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como anduvo David tu padre, yo alargaré tus días.”
Es imposible leer este pasaje y no ser remitidos a Mateo 6:33. “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.”
Te animamos a buscar primero las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios, y sin dudarlo un instante podemos estar seguros que el resto de cosas (necesarias para la vida) vendrán por añadidura.
Que aprendamos así como Salomón, a mantener nuestras prioridades en orden.
Nos vemos mañana,
“3Mas Salomón amó a Jehová, andando en los estatutos de su padre David; solamente sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos. 4E iba el rey a Gabaón, porque aquél era el lugar alto principal, y sacrificaba allí; mil holocaustos sacrificaba Salomón sobre aquel altar. 5Y se le apareció Jehová a Salomón en Gabaón una noche en sueños, y le dijo Dios: Pide lo que quieras que yo te dé. 6Y Salomón dijo: Tú hiciste gran misericordia a tu siervo David mi padre, porque él anduvo delante de ti en verdad, en justicia, y con rectitud de corazón para contigo; y tú le has reservado esta tu gran misericordia, en que le diste hijo que se sentase en su trono, como sucede en este día. 7Ahora pues, Jehová Dios mío, tú me has puesto a mí tu siervo por rey en lugar de David mi padre; y yo soy joven, y no sé cómo entrar ni salir. 8Y tu siervo está en medio de tu pueblo al cual tú escogiste; un pueblo grande, que no se puede contar ni numerar por su multitud. 9Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande”
Salomón tenía una oferta de primera mano hecha por el Señor y Creador del universo entero. Tenía carta abierta para pedir lo que quisiera y sin lugar a duda tendría lo que demandara de la mano de Su Dios.
¿Largura de días? ¿La vida de sus enemigos? ¿Riquezas? ¿Gloria? ¿Caballos? ¿Instrumentos? ¿Mujeres? ¿Qué habrá pasado por la cabeza de Salomón?
¡Cuanta enseñanza nos deja este varón de Dios! Salomón pide sabiduría antes de cualquier otra cosa. El no quería otro asunto aparte de saber como gobernar a este pueblo tan grande sobre el cual Dios le había puesto como rey.
Y tu, ¿Qué hubieses pedido?
Dios ve la pureza y las intenciones del corazón de Salomón y le da sabiduría cual no la tuvo ningún rey antes de él ni después de él. Miremos juntos lo que sucede a continuación.
“10Y agradó delante del Señor que Salomón pidiese esto. 11Y le dijo Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oír juicio, 12he aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú. 13Y aun también te he dado las cosas que no pediste, riquezas y gloria, de tal manera que entre los reyes ninguno haya como tú en todos tus días. 14Y si anduvieres en mis caminos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como anduvo David tu padre, yo alargaré tus días.”
Es imposible leer este pasaje y no ser remitidos a Mateo 6:33. “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.”
Te animamos a buscar primero las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios, y sin dudarlo un instante podemos estar seguros que el resto de cosas (necesarias para la vida) vendrán por añadidura.
Que aprendamos así como Salomón, a mantener nuestras prioridades en orden.
Nos vemos mañana,
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