miércoles, 5 de mayo de 2010

¿MURMURAS?


Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis Irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; - Filipenses 2:14-15.

Hoy he tenido una tarde particularmente difícil. Que diferente sería la vida si las personas entendiéramos la importancia de no murmurar y de aprender a decir las cosas de forma amable aunque las ocasiones no lo ameriten.

No tuve nada que ver en la situación, pero por la posición que ocupamos en esta empresa me convertí en algo así como un mediador. Honestamente no me gustó mucho estar en ese lugar, pero desafortunadamente en diversas ocasiones de nuestra vida (Familiares, ministeriales, laborales, sentimentales) y aunque no lo queramos; nos va a tocar ocupar la misma.

El apóstol Pablo le escribió a los Filipenses este mandamiento que por cierto nos hace mucho bien hoy en día. Haced TODO sin murmuraciones ni contiendas…

¿Murmuras? ¿Hablas de otras personas cosas que no corresponden a la realidad? ¿Cuándo dices algo a espaldas de alguien, piensas en si serías capaz de sostener lo que acabas de decir en frente de esa persona?

¿Hablas sin parar y siquiera pensar en poner freno a tu lengua? ¿Ante los malentendidos vas directamente a las personas involucradas y aclaras las cosas directamente con ellas? O ¿Comienzas a hablar con todo el mundo de esa situación particular creando un pésimo ambiente en el lugar donde te mueves?

Piénsalo, las murmuraciones no traen nada diferente a problemas que en ocasiones se tornan demasiado oscuros.

La forma como trates este tipo de inconvenientes en tu vida, va a causar una de dos cosas: O eres tropiezo para una o varias personas empañando el testimonio de Jesucristo; o brillas como un hijo de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa.

Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce. ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre... Santiago 3:5-13.



Nos vemos mañana,

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