sábado, 18 de marzo de 2017

COMO EL CONSUELO DE UNA MADRE


Terminamos este impresionante viaje de la mano de Dios por el libro de Isaías en el capítulo final encontramos una hermosa comparación del amor del Señor con el amor de nuestras madres.


ISAÍAS 66:10-13
 “Alegraos con Jerusalén, y gozaos con ella, todos los que la amáis; llenaos con ella de gozo, todos los que os enlutáis por ella; para que maméis y os saciéis de los pechos de sus consolaciones; para que bebáis, y os deleitéis con el resplandor de su gloria. Porque así dice Jehová: He aquí que yo extiendo sobre ella paz como un río, y la gloria de las naciones como torrente que se desborda; y mamaréis, y en los brazos seréis traídos, y sobre las rodillas seréis mimados. Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo.”

Dios muestra un lado femenino comparado su cariño con el alivio que nos brindan nuestras mamás en los momentos de pena o aflicción que vivimos. Un pasaje que narra para el pueblo de Israel y hoy como hijos legítimos del Creador sobre como sentir su verdadero y puro amor, de pensar en estar en sus brazos y en sus rodillas, y ser mimados por Él.

Nuestra fuente de consolación

Isaías 51:12
Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es mortal, y del hijo de hombre, que es como heno?”

La importancia de la consolación

II de Corintos 1:3-4
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.”

Es un proceso constante que debemos replicar al interior de la iglesia y con los inconversos.

Una promesa constante

Salmos 71:21
“Aumentarás mi grandeza,
Y volverás a consolarme.”

Una muestra de su misericordia

Isaías 12:1
“En aquel día dirás: Cantaré a ti, oh Jehová; pues aunque te enojaste contra mí, tu indignación se apartó, y me has consolado.”

Jóvenes, tengamos presentes las palabras contenidas en el libro de Isaías, refugiémonos en los brazos de Dios, descansemos en su regazo, disfrutemos de su consuelo, aliviemos las penas y aflicciones de nuestros hermanos, y mostremos esta fuente de consuelo a quienes cono conocen de ella.

No dejemos de orar los unos por otros.

MAC

1 comentario:

Anónimo dijo...

Graciaaaas