sábado, 30 de enero de 2016

HERENCIA

El capítulo dieciséis  de los Salmos es un himno de David que trata sobre la seguridad de nuestra porción en el cielo como herederos de Dios, de él extrajimos la siguiente fracción de la Palabra de Dios.

Salmos 16:5-11
Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa;
Tú sustentas mi suerte.
Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos,
Y es hermosa la heredad que me ha tocado.
Bendeciré a Jehová que me aconseja;
Aun en las noches me enseña mi conciencia.
A Jehová he puesto siempre delante de mí;
Porque está a mi diestra, no seré conmovido.
Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma;
Mi carne también reposará confiadamente;
Porque no dejarás mi alma en el Seol,
Ni permitirás que tu santo vea corrupción.
Me mostrarás la senda de la vida;
En tu presencia hay plenitud de gozo;
Delicias a tu diestra para siempre.”

Gracias a la obra de Jesucristo en la cruz y entre las múltiples buenas consecuencias derivadas de la salvación está la elevación de la condición de desheredados a herederos de Dios.

Miremos algunos versículos que nos confirman esta verdad.

Gálatas 3:29
“Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.”

Gálatas 4:7
“Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.”

Es única y exclusivamente a través de nuestro Señor que podemos gozar de la calidad de beneficiarios de la herencia espiritual, es imposible acceder a estos beneficios de otra manera.

Tito 3:4-7
“Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.”

Tengamos siempre presente la vida que va más allá de nuestro paso temporal por la tierra y trasciende lo mundanal.

Jóvenes, antes de Cristo carecíamos de una esperanza y no teníamos ninguna condición frente a Dios, hoy gracias a que alguien nos compartió el Evangelio de la Salvación, que comprendimos la razón de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo y que hicimos nuestra profesión de fe, somos sus legítimos herederos. En nuestra mente y corazón siempre debe estar el deseo y la intención férrea de dar a conocer la posibilidad de que más hombres y mujeres puedan tener acceso esa herencia celestial.

Un abrazo, nos vemos esta tarde. 

MAC 

1 comentario:

Anónimo dijo...

=) =) =)