sábado, 20 de junio de 2015

CADA UNO SU ESPADA



Nehemías con el mismo propósito de Esdras solicitó al Emperador Persa Artajerjes el encargo de ir a Judea a reorganizar la provincia y reconstruir los muros de la ciudad santa de Jerusalén, en su misión tuvo mucha oposición de los pueblos vecinos, especialmente del gobernador del distrito de Samaria, en medio del trabajo de reconstrucción fue un hombre precavido e instó a todos a los que colaboraban en la obra a tomar esa misma actitud, miremos el  Capítulo 4:17-18: “Los que edificaban en el muro, los que acarreaban, y los que cargaban, con una mano trabajaban en la obra, y en la otra tenían la espada. Porque los que edificaban, cada uno tenía su espada ceñida a sus lomos, y así edificaban; y el que tocaba la trompeta estaba junto a mí.”

Jerusalén se encontraba desolada a merced de los pueblos invasores, sus muros habían sido destruidos y era una ciudad indefensa, Esdras había cumplido el encargo de la reconstrucción del templo de Salomón, y aunque se había reestablecido la presencia del pueblo judío en el territorio, era necesario proteger el asentamiento de los enemigos externos.

La edificación es un trabajo en equipo
En la primera parte podemos observar que la edificación del muro era un trabajo mancomunado entre diferentes clases de personas con todos y cada uno de los roles que demandaba un proyecto de construcción de semejante envergadura, que permitiera unir las doce puertas de la ciudad descritas en los capítulos 4 y 5, que correspondían a las de Efraín (1), la cárcel (2), la fuente (3), las aguas (4), las ovejas (5), los caballos (6), del juicio (7), del muladar (8), del pescado (9), del valle (10), oriental (11) y vieja (12).

Un claro ejemplo de obra para Dios que en el marco de la iglesia de Cristo exige un trabajo conjunto menguando el ego y exaltando el espíritu.

La espada cercana
El pueblo judío en ese momento no contaba con un ejército regular como el existente en los tiempos de David, todos los trabajadores que participaban en la reconstrucción de los muros asumían a su vez el papel de soldados y todos y cada uno sin excepción tenían encintada en la parte inferior y central de la espalda una espada cercana a su mano, esa  arma blanca, larga, recta, aguda y cortante, con guarnición y empuñadura que sirve para la defensa y el ataque.

Nuestra arma espiritual es la palabra de Dios y nuestro rol hoy es también el de una orden de carácter militar en medio de esta guerra por las almas de los hombres, revisemos las palabras contenidas en la Biblia que nos hablan al respecto.

II de Corintios 10:3-6
“Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta.

II de Timoteo 2:1-4
“Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús. Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros. Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado.

Protección frente al enemigo
Nehemías 4:1-3, nos describe claramente la calidad de los enemigos de la obra emprendida por él: “Cuando oyó Sanbalat que nosotros edificábamos el muro, se enojó y se enfureció en gran manera, e hizo escarnio de los judíos. Y habló delante de sus hermanos y del ejército de Samaria, y dijo: ¿Qué hacen estos débiles judíos? ¿Se les permitirá volver a ofrecer sus sacrificios? ¿Acabarán en un día? ¿Resucitarán de los montones del polvo las piedras que fueron quemadas? Y estaba junto a él Tobías amonita, el cual dijo: Lo que ellos edifican del muro de piedra, si subiere una zorra lo derribará.”

Hombres como estos siempre estuvieron al asecho y era prioritario estar protegidos frente a ese peligro potencial.

La Palabra de Dios la espada de verdad
La palabra de Dios es esa arma poderosa que debemos tener a la mano en el marco de esta guerra de naturaleza espiritual, recordemos algunos pasajes que nos confirman sus poder características y poder.

Isaías 11:3-5
“Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos; sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura.

Efesios 6:17
“Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;”

II de Tesalonicenses 2:8
“Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida;”

Hebreos 4:12
“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.”

Apocalipsis 1:16
“Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.”

Apocalipsis 2:12
“Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto:”

Apocalipsis 2:16
“Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca.”

Jóvenes, como en el caso de Jerusalén, nuestros muros pueden estar caídos, esas paredes derribadas son un ejemplo de una defensa espiritual debilitada, es por eso que en el trabajo de la reconstrucción, de manera grupal como iglesia o individual, debemos tener a la mano nuestra espada, esa palabra viva y verdadera, la que salió de la boca de Dios, un arma poderosa en la que debemos confiar y aprender a utilizar para salir victoriosos en esta guerra por las almas de los hombres y la batalla de la edificación diaria.

Antes de terminar recordemos este hermoso pasaje que se relaciona intrínsecamente con el versículo relacionado.

Proverbios 25:28
“Como ciudad derribada y sin muro
Es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda.”

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias !!! :) :) :)