EL AUTOENGAÑO
El autoengaño
es el proceso mediante el cual un ser humano se convence a sí mismo de una
mentira y actúa basando su vida en dicho fraude, tratando de persuadir a los
demás de su falsa verdad. En la primera parte del pasaje analizado dice la
palabra: “No os engañéis; Dios no puede
ser burlado: …” De esta frase se desprenden las siguientes conclusiones:
1. El autoengaño no es agradable a Dios.
Claramente es
ordenado “No os engañéis”, sin embargo la actitud humana es contraria a este
precepto, miremos algunos ejemplos:
Salmo 36:1-2: “La iniquidad del impío me dice
al corazón: No hay temor de Dios delante de sus ojos. Se lisonjea, por tanto, en sus propios ojos, De que su iniquidad no
será hallada y aborrecida.”
Isaías 44:20: “De ceniza se alimenta; su corazón engañado le desvía, para que
no libre su alma, ni diga: ¿No es pura mentira lo que tengo en mi mano
derecha?”
Santiago
1:22: “Pero sed
hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.”
I de Juan
1:8: “Si decimos
que no tenemos pecado, nos engañamos a
nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.”
2. Dios es inmune a las mentiras humanas.
Posiblemente
las mentes y corazones humanas son susceptibles de caer en la patraña del
autoengaño pero “Dios no puede ser
burlado” y a él no le afectan este tipo de embustes, corroboremos esta
verdad con algunos versículos:
Salmos
139:1-3: “Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has
conocido mi sentarme y mi levantarme; Has entendido desde lejos mis
pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, Y todos mis caminos te son conocidos.”
Eclesiastés
12:14: “Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente
con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.”
Lucas 12:2: “Porque nada
hay encubierto, que no haya de descubrirse; ni oculto, que no haya de saberse.”
DOS TIPOS DE SIEMBRAS Y COSECHAS DIFERENTES
A renglón seguido el pasaje estudiado establece que: “… todo lo que el hombre sembrare, eso también
segará. Porque el que siembra para
su carne, de la carne segará
corrupción; mas el que siembra para
el Espíritu, del Espíritu segará
vida eterna.”
Claramente el Señor establece una
diferencia entre dos clases de siembras y cosechas así:
1. La siembra y cosecha para la carne
Gracias al conocimiento de la palabra
de Dios sabemos cuáles son las obras de la carne de las cuales encontramos un
listado no taxativo en Gálatas 5:19-20: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio,
fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades,
pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios,
borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca
de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican
tales cosas no heredarán el reino de Dios.”
Los que esparcen las semillas de la
carne en la tierra preparada para este fin y cultivan este tipo de obras
recogerán el fruto correspondiente a estas semillas y este cultivo como lo
demuestra nuestro Señor así:
Job 4:8: “Como yo he visto, los que aran
iniquidad Y siembran injuria, la
siegan.”
Proverbios 22:8: “El que sembrare
iniquidad, iniquidad segará, Y la vara de su insolencia se quebrará.”
Oseas 8:7: “Porque sembraron
viento, y torbellino segarán; no tendrán mies, ni su espiga hará harina; y
si la hiciere, extraños la comerán.”
2. La siembra y cosecha para el Espíritu
En términos del Espíritu conocemos
también por la Palabra de Dios que las obras del Espíritu son el cumplimiento
de los mandamientos como lo narra Ezequiel 36:27: “Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu,
y haré que andéis en mis estatutos, y
guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.”
Contrario a lo anterior, los que
esparcen las semillas del Espíritu en la tierra preparada para este fin y
cultivan este tipo de obras recogerán el producto respectivo a esos granos y cosecha,
veamos dos ejemplo bíblico de esta verdad así:
Oseas 10:12: “Sembrad para
vosotros en justicia, segad para vosotros en misericordia; haced para vosotros
barbecho; porque es el tiempo de buscar a Jehová, hasta que venga y os enseñe
justicia. ”
Juan 4:36: “Y el que siega recibe
salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce
juntamente con el que siega.”
HACER EL BIEN, UNA TAREA SIN TREGUA
Finalmente el pasaje nos enseña que:
“No nos cansemos, pues, de hacer bien;
porque a su tiempo segaremos, si no
desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente
a los de la familia de la fe.”
Sembrar y cosechar el bien traerá su
recompensa divina y debe ser una labor constante y continua, como se evidencia
en los siguientes versículos:
Salmo 37:27: “Apártate del mal, y haz
el bien, Y vivirás para siempre.”
Proverbios 3:27: “No te niegues a hacer
el bien a quien es debido, Cuando tuvieres poder para hacerlo.”
Mateo 12:12: “Pues ¿cuánto más vale un hombre que una
oveja? Por consiguiente, es lícito hacer
el bien en los días de reposo.”
Romanos 2:7: “… vida eterna a los
que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad,…”
I de Pedro 2:15: “Porque esta es la
voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres
insensatos;”
I de Pedro 3:17: “Porque mejor es
que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que
haciendo el mal.”
I de Pedro 4:19: “De modo que los que padecen según la voluntad de Dios,
encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan
el bien.”
En la ejecución del bien debemos
ponderar el beneficiario, primando nuestro hermano espiritual.
Jóvenes, el autoengaño no es agradable a Dios y
si optamos por hacerlo debemos tener claro que Dios no puede caer en esa
mentira, debiendo optar siempre por las obras del Espíritu y sus consecuencias escogiendo
siempre hacer el bien sin desfallecer jamás.
1 comentario:
Una reflexión muy completa y de mucha aplicación, gracias
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