sábado, 30 de noviembre de 2013

ANUNCIAR EL EVANGELIO ES UNA NECESIDAD


La Primera Epístola del Apóstol San Pablo a Los Corintios capítulo 9 versículo 16, señala lo siguiente: “Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!”, una porción maravillosa de la Biblia que al ser analizada nos permite desarrollar varias ideas.

Anunciar la buenas nuevas

Recordemos lo referente al evangelio y su anunciación, el evangelio está definido en la biblia en I de Corintios 15:3-4 así: “Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;”, la palabra proviene del latín evangelĭum y este a su vez del griego εαγγλιον que significa una buena nueva o buena noticia y su anunciación consiste en la tarea de darla a conocer, publicarla, proclamarla y hacerla saber a quienes la ignoran.

El mismo Jesucristo nos dio un ejemplo de esta tarea como se describe en los siguientes pasajes:

Mateo 4:23: “Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.”

Marcos 1:14-15: “1:14 Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.”

Lucas 8:1: “Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él,…”

Así mismo los apóstoles dieron a conocer las buenas noticias como se narra en estas porciones de la Palabra:

Hechos 8:1: Y ellos, habiendo testificado y hablado la palabra de Dios, se volvieron a Jerusalén, y en muchas poblaciones de los samaritanos anunciaron el evangelio.

No al auto enaltecimiento

Anunciar el evangelio jamás puede convertirse en un motivo de jactancia o complacencia propia llegando a la alabaza excesiva y presuntuosa, recordemos lo que Dios nos dice en Efesios 3:8: “A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo,…”, somos insignificantes y el don y favor de transmitir el evangelio nos fue concedido por el Señor sin merecimiento particular de nuestra parte y fue una concesión gratuita inmerecida.

El deber de contar la verdad

Claramente Dios nos exige nuestra disposición y trabajo para el avance de su reino, en Marcos 16:15 encontramos confirmada esta obligación así: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

Es nuestra responsabilidad comunicar la verdad divina del evangelio haciendo saber la muerte, sepultura y resurreción de Cristo conforme a su Palabra profetizada comprobando ser Dios en persona comunicando que solamente en él la humanidad puede ser salvarse de la condena del infierno.

Las consecuencias de callar

En esta etapa del versículo estudiado el día de hoy quiero enfatizar en la siguiente frase: ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!, la palabra “ay” denota aflicción, pena y dolor siendo utilizados los signos de admiración para enfatizar las consecuencias de callar. Recordemos nuevamente que nuestro servicio será juzgado en el juicio de los justos presidido por Jesús como describe II de Corintios 5:10:Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.”, pudiendo ser avergonzados por el incumplimiento del deber de comunicar la verdad y perdiendo la corona de los ganadores de almas.


Jóvenes finalmente quiero aprovechar para recordar la visión de nuestra iglesia a nivel nacional y es la de: “Establecer iglesias modelo en las 32 capitales con el fin de formar una base misionera capaz de evangelizar a Colombia y las naciones del mundo.”, siendo este un buen momento de reflexión respecto de la contribución y responsabilidad en el cumplimiento de ésta meta que cada segundo que pasa se acerca más y cuando visitamos nuestro lugar de congregación salta a la vista y reza: COLOMBIA PARA CRISTO EN 2 AÑOS.

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