lunes, 5 de diciembre de 2011

¿NUESTROS HÁBITOS AYUDAN O ESTORBAN?

Esta es la entrada del día Domingo, gracias a Dios por el viaje a Cúcuta y gracias a la Iglesia.


Jeremías 13:23 ¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer el mal?

En este capítulo Dios manifiesta que el pueblo de Judá va a ser llevado  en cautiverio debido a la enormidad de su maldad (vr 22b) y me impactaba estas dos preguntas que hace y en especial una palabra:  “habituados”.

Hay muchos estudios acerca de los hábitos y uno de ellos decía que para convertir una actividad normal en un hábito, se necesita aproximadamente tres semanas de práctica diaria y constante de dicha actividad para que haga parte activa en la vida de una persona.  Es increíble pensar que era tanta la maldad de este pueblo que día tras día, semana tras semana este pueblo tenía como constante, como hábito, como algo normal y natural el pecado, el mal.

Pensaba en la cantidad de hábitos que tengo y que no aportan en mi hogar, ministerio y al avance del reino de Dios, hábitos que han cobrado cada vez más fuerza y que con el pasar de las semanas van sepultando hábitos que tenía y que si aportaban positivamente  a la vida de las personas que me rodean.

Habituado a una muletilla, comentarios que no aportan, media hora más de sueño, comida no saludable, poco ejercicio, menos tiempo en la Biblia, menos tiempo en oración, menos preocupación por la necesidades de los hermanos, ya no me congrego,  mucha televisión, mucho internet, poco trabajo, habituado al chisme, al comentario de doble sentido, a mirar lo que no debo, a dejar que mi ser se vaya tras la imaginación de mi corazón, a responder, a no perdonar a no recibir la ofensa y pasarla por alto, estas son muchas que todavía me acompañan y que deben dejar de ser un hábito para ser un hermano ejemplar de nuestro Señor Jesucristo.

Lastimosamente el corazón de los hijos de los hombres está dispuesto para hacer el mal, (Eclesiastés 8:11) y por eso necesitamos la corrección de Dios. Él nos da una solución de muchas, que empieza por alimentar nuestra mente de lo único que puede ayudarnos a dejar esos malos hábitos, la palabra de Dios. Si cambiamos nuestra forma de pensar cambiaremos la de actuar.

"Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta". (Romanos 12:1-2)

"No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos". (Gálatas 6:9)
Para terminar estas dos preguntas ¿Qué hábitos negativos debemos dejar?, ¿Qué hábitos debemos retomar o crear?

Abrazos, buena semana para todos.

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