(Hebreos 5:13-14) “Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal”
Hace unos días me encontré en el discipulado con este pasaje, que había leído y aún enseñado muchas veces, pero nunca me había detenido a analizar la definición tan clara que hace de la madurez espiritual, es “Tener los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal”
A veces no entendemos muy bien que es ser maduro espiritualmente. Podemos pensar que el aquel que ha estudiado con mucho empeño y durante mucho tiempo la Biblia. Podemos pensar también que es aquel que es líder dentro de la iglesia y que además lleva mucho tiempo congregándose. Podríamos también pensar que un buen maestro o un buen predicador son personas maduras espiritualmente. Pero Hebreos nos enseña que el maduro espiritualmente hablando, es aquel que como resultado de andar cada día en la palabra, ha ejercitado sus sentidos para saber discernir entre el bien y el mal. En otras palabras es un creyente que sabe muy bien cuando algo no está bien a los ojos de Dios y se aparta.
Muchos creyentes, yo diría casi todos, saben identificar lo que está mal. No creo que nadie pueda decir que peca, sin saber que lo que está haciendo es pecado. Pero son muy pocos los que tienen ese discernimiento para apartarse.
Y este pasaje me puso a pensar a mí y quiero que te ponga a pensar a ti. Si aún cedes con facilidad hacía lo que está mal, eres inmaduro espiritualmente. Pero si por el contrario tienes los sentidos ejercitados para saber cuándo apartarte, has llegado a esa madurez que Dios quiere en ti.
Ahora como dije al principio, es claro, que ese discernimiento solo llega producto de estar cada día en la Biblia. La Biblia te ejercita los sentidos y será tu ayuda más confiable cuando el enemigo quiera tentarte con el mal.
Un abrazo……
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