miércoles, 9 de junio de 2010

LA VANAGLORIA


Hace muchos años, quizá cientos de ellos; un joven predicador recibió la grandiosa noticia de tener la oportunidad de predicar la Biblia en el púlpito de una numerosa iglesia. Miles de creyentes habían llegado esa mañana a esta preciosa congregación en la que sin lugar a duda, el Espíritu Santo se movía y manifestaba de manera palpable.

Para llegar al púlpito y por los miles de creyentes que se congregaban en esta iglesia, era necesario subir a través de una escalera en forma de caracol; la cual estaba a la vista de toda la congregación.

Una vez todo estuvo listo para la predicación de la Biblia, este joven prosiguió a hacerlo. Su pastor le acababa de anunciar frente a la congregación, seguido a lo cual le hizo el llamado para que se dirigiera al púlpito a predicar el mensaje que Dios mismo le había entregado.

Al ver el ambiente esa mañana en la iglesia, y al pensar en su corta edad y el logro tan grande que había obtenido al poder hacerse “merecedor” de tan grande privilegio; este jovencito cometió un tremendo error. Te cuento…

Se puso en pie, y empezó a mirar a la congregación por debajo de sus hombros, tomo su Biblia y con cierta actitud de prepotencia comenzó a subir las escaleras que lo llevarían rumbo al púlpito. Su cuerpo bien erguido, sus hombros sobre levantados, su mirada despectiva y su actitud sobradora; hicieron parte de la antesala de su próxima predicación.

Una vez llegó al lugar donde predicaría, tomó sus notas, abrió su Biblia, se acomodó sus ropas, echó un vistazo generalizado a toda la congregación; y luego TRATO de comenzar con SU predicación.

Algo pasó en ese momento que no permitió que este joven pronunciara palabra alguna. Sus ideas se revolvieron en su mente, y no había concordancia entre lo que pensaba, sentía y trataba de pronunciar. Su vida ahí en el púlpito se convirtió en un enredo desastroso y fatal. La iglesia tan solo esperaba que el comenzara. Su pastor quien le acababa de anunciar se sentía algo incómodo con la situación al ver que su discípulo no pronunciaba palabra alguna.

Una ves esto ocurrió, el joven predicador no tuvo mas opción que cerrar su Biblia, tomar sus notas, y con el rostro agachado y el cuerpo “desgonzado”, comenzar a bajar la escalera que lo llevaría de nuevo al lugar de donde se acababa de parar con la actitud que ya conocimos.

Cuando llegó a su silla que por cierto se encontraba al lado de la de su pastor; Su pastor le dijo las siguientes palabras.

“SI HUBIERAS SUBIDO COMO BAJASTE, HUBIERAS BAJADO COMO SUBISTE”


Esta frase nos deja una gran enseñanza. 1 Juan 2:15-17 nos enseña entre otras cosas que la VANAGLORIA no proviene del Padre sino del mundo. Esa Jactancia y presunción de los propios méritos o cualidades, nos lleva a situaciones como las que este joven vivió en el que pudo ser uno de los días más importantes de su vida.

Recuerda siempre 1 Corintios 10:31-33… Si pues coméis o bebéis o hacéis otra cosa; hacedlo TODO para la gloria de Dios.

Es probable que seas el mejor predicador de tu iglesia, el mejor maestro de niños, el mejor cantante, el que mejor toca un instrumento, el que más sirve, el mejor abogado, médico, deportista, etc, pero…

TODO lo que hagas en tu vida, hazlo buscando siempre la gloria de Dios. Ni tu ni yo somos dignos de robarnos lo que tan solo le pertenece a nuestro Señor.

Te animo y me animo, a desaparecer la vanagloria de nuestras vidas sean cuales sean las areas en las que la misma se manifiesta.

Nos vemos mañana,

3 comentarios:

Anónimo dijo...

:) Gracias!

Anónimo dijo...

Reto a todo el que Lea esto a que cada ves que comas o camines lo agas para Dios,solo Los valientes pueden renunciar a la Gloria y comensar a vivir totalmente para Dios (?eres tu uno de Los valientes o eres de Los deviles?

Anónimo dijo...

La gloria de Dios es para cuidarla en todo su esplendor la vanagloria podria avergonzarte ante todo el mundo