sábado, 12 de mayo de 2018

LA RESTAURACIÓN DE NABUCODONOSOR


En el cuarto capítulo del libro de Daniel, vemos la caída y restablecimiento de Nabucodonosor, centrémonos en el siguiente pasaje.

Daniel 4:34-37
“Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces? En el mismo tiempo mi razón me fue devuelta, y la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis consejeros me buscaron; y fui restablecido en mi reino, y mayor grandeza me fue añadida. Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia.”

¿Quién era Nabucodonosor?

Es reconocido en la historia como rey de Babilonia y conquistador de territorios en Asiria, Egipto, Mesopotamia y Judá. En el libro de Jeremías capítulos 37 al 40 podemos ver el relato bíblico del asedio de la ciudad santa de Jerusalén por parte de su ejército. Capturó al príncipe Joaquín, tomó botín del templo y entre los cautivos se encontraban Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Se le atribuye la construcción de templos, grandes avenidas y los jardines colgantes de Babilonia en honor a su esposa Amitis. Fue un hombre perturbado en sus sueños y padeció la locura pasajera objeto de esta entrada.

La caída de Nabucodonosor

Daniel 4:28-32
“Todo esto vino sobre el rey Nabucodonosor.  Al cabo de doce meses, paseando en el palacio real de Babilonia, habló el rey y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti; y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere. En la misma hora se cumplió la palabra sobre Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves.”

Nabucodonosor fue degradado en gran manera por Dios, llegando hasta el límite de su existencia. Fue despojado de su reino, dejó de ser considerado como un ser humano y comenzó a vivir como un animal salvaje. El propósito de su degradación era que reconociera que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere. En el extremo de su padecimiento comió hierba como los bueyes, vivió a la intemperie y su aspecto físico mutó por completo para mal.

El reconocimiento de la grandeza de Dios

Nabucodonosor en medio de su prueba reconoció la majestad del Señor así:

·         Alzó sus ojos al cielo.
·         Bendijo al Altísimo.
·         Alabó y glorificó a Dios.
·         Reconoció la grandeza del Creador.

La restauración de Nabucodonosor

Luego del cumplimiento del propósito divino, Dios actuó para bien en la vida de Nabucodonosor y le devolvió:

·         La razón.
·         La majestad del reino.
·         Dignidad.
·         Grandeza.
·         Funcionarios.
·         El reino.
·         Mayor grandeza.

La reflexión de Nabucodonosor

Su aflicción lo llevo a afirmar sobre el verdadero Dios que:

·         Su dominio es sempiterno.
·         Su reino por todas las edades.
·         Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada.
·         Él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra.
·         No hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?
·         Es digno de alabanza, engrandecimiento y glorificación como Rey del cielo.
·         Todas sus obras son verdaderas.
·         Sus caminos justos.
·         Él puede humillar a los que andan con soberbia.

Jóvenes, el caso de Nabucodonosor es bien diciente. ¿Será necesaria la degradación en nuestra vida para reconocer qué el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere?

Esperamos que la respuesta sea un rotundo no, sin embargo, contestemos también estos otros interrogantes derivados del pasaje analizado:

¿Alzamos nuestros ojos al cielo?
¿Bendecimos al Altísimo?
¿Alabamos y glorificamos a Dios diariamente?
¿Reconocemos qué todas sus obras son verdaderas, sus caminos justos y qué puede humillar a los que andan con soberbia?

Pensemos siembre en las buenas consecuencias derivadas de servir y seguir al Señor.

Juan 12:26
“Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.”

Les deseamos feliz de semana.

. M .

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