sábado, 18 de noviembre de 2017

HIJOS OBEDIENTES


Esta tarde expondremos la Palabra de Dios al Ministerio de Jóvenes, avanzamos en la tercera parte del primer capítulo de I de Pedro, una carta dirigida a los cristianos del primer siglo después de Cristo, quienes fueron forzados a abandonar sus territorios de origen ante las persecuciones del Imperio Romano y tuvieron que refugiarse en las tierras altas de Asia Menor.

Leamos el pasaje que enmarca el llamamiento de Pedro a los expatriados a vivir una vida en obediencia, renovando los deseos y en santidad.

I DE PEDRO 1:14-16
“… como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.”

Tres acciones concretas demanda Pedro a los expatriados, mismas que Dios exige también a nosotros.

OBEDECER SEGÚN NUESTRA CONDICIÓN

Esta esta acción está anclada a la calidad de hijos de Dios y se deriva de la profesión de fe en Jesucristo, no es otra cosa que cumplir la voluntad de nuestro Padre celestial.

Josué 24:23-24 y I de Pedro 1:1-2 nos enseñan qué es la consecuencia del cambio de naturaleza espiritual.

I de Samuel 15:22 señala qué es algo que agrada verdaderamente a Dios y sobrepasa otras manifestaciones de religiosidad.

Jeremías 42:6 establece qué es una obediencia incondicional y con buenos efectos.

Hechos 4:19 y Hechos 5:29 determinan qué es una obediencia que está por encima de la obediencia a los hombres.

CAMBIAR NUESTROS DESEOS

Esta acción corresponde a aspirar con vehemencia y anhelar sucesos acordes con lo consignado en la Biblia dejando de sentir apetencia por los asuntos mundanales.

En Deuteronomio 5:21 vemos como Dios incluyendo el territorio de nuestros deseos estableció límites claros.

Proverbios 1:22 confirma qué los deseos dan cuenta de la personalidad.

I de Samuel 20:4, II de Samuel 3:21 y I de Juan 2:16 hacen saber que varias son las fuentes del deseo, entre ellas encontramos: el alma, el corazón, la carne, los ojos y la vanagloria de la vida.

Al leer Juan 8:44 podemos comprender claramente qué los deseos anteriores, los que tuvimos antes de conocer a Cristo, ya no deben operar en nuestra vida.

Efesios 4:22-23 se constituye en una regla absoluta para que los malos deseos y los vicios en qué derivan sean transformados en virtudes.

En I de Juan 2:17 Dios nos muestra qué los anteriores deseos son pasajeros, y nos exhorta a pensar y satisfacer los eternos.

Veamos algunos deseos que debemos alimentar acorde con nuestra nueva naturaleza:

Salmos 19:9-10 y I de Pedro 2:1-2, desear la Palabra de Dios.

Salmos 84:1-2 y II de Corintios 5:1-2, desear el cielo.

Salmos 119:20, desear la justicia divina.

Proverbios 3:13-15, desear la sabiduría divina.

Proverbios 11:23, desear el bien.

Isaías 26:8-9, desear la cita diaria con el Creador.

Salmos 73:25 y Hageo 2:6-7, desear la Segunda Venida de Cristo y nuestro encuentro con el Salvador.

Daniel 7:19, desear la Profecía y su comprensión clara.

I de Tesalonicenses 3:6 y II de Timoteo 1:3-4, desear el compañerismo cristiano.

I de Timoteo 3:1, desear el liderazgo.

VIVIR EN SANTIDAD

Esta acción va más allá de la santificación que nos otorgó la profesión de fe en Jesucristo, e involucra avanzar en el proceso de conformación a su perfecta imagen.

Tito 1:8 nos muestra que es una cualidad que todos tenemos, no es un estado de perfección, sin pecado. Eso sería imposible en este estado actual en el cual estamos amarrados a la carne. Corresponde a un estilo de vida diario aceptable ante Dios con la conciencia tranquila por cumplir su voluntad.

En Salmos 139:23-24 vemos qué implica un acto de constante autoevaluación.

Romanos 12:1-2 y Efesios 4:20-24, nos permiten entender qué es entregar todo nuestro ser a Dios, ofrecernos a Él de manera sincera, sin tapujos, cambiando nuestra manera de pensar con la Biblia, teniendo un cambio real de vida.

Colosenses 1:21-23 y Colosenses 2:6-7, nos dan las pautas para vivir la santidad de una manera práctica.

Hebreos 7:26, es una característica de Cristo para replicar en nosotros.

En I de Tesalonicenses 2:10 y I de Corintios 11:1 encontramos el ejemplo de Pablo, quien espera que lo imitemos.

Jóvenes, el pasaje es claro, veremos tres formas de actuar según nuestra condición de cristianos, (i) obedecer consecuentemente como Hijos de Dios; (ii) cambiar nuestros deseos acorde con la voluntad de Dios; y (iii) ser santos como el Señor Jesús.

Abrazos todos. Los espero las cinco de la tarde sin falta.

. M .

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