Esta
tarde expondremos la Palabra de Dios al Ministerio de Jóvenes, avanzamos en la
tercera parte del primer capítulo de I de Pedro, una carta dirigida a los cristianos del primer siglo después
de Cristo, quienes fueron forzados a abandonar sus territorios de origen ante
las persecuciones del Imperio Romano y tuvieron que refugiarse en las tierras altas
de Asia Menor.
Leamos
el pasaje que enmarca el llamamiento de Pedro a los expatriados a vivir una
vida en obediencia, renovando los deseos y en santidad.
I DE PEDRO 1:14-16
“… como
hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes
teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es
santo, sed también vosotros santos en
toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy
santo.”
Tres acciones
concretas demanda Pedro a los expatriados, mismas que Dios exige también a
nosotros.
OBEDECER
SEGÚN NUESTRA CONDICIÓN
Esta esta acción está anclada a
la calidad de hijos de Dios y se deriva de la profesión de fe en Jesucristo, no
es otra cosa que cumplir la voluntad de nuestro Padre celestial.
Josué 24:23-24
y I de Pedro 1:1-2 nos enseñan qué es la consecuencia del cambio de
naturaleza espiritual.
I de
Samuel 15:22 señala
qué es algo que agrada verdaderamente a Dios y sobrepasa otras manifestaciones
de religiosidad.
Jeremías
42:6 establece qué es una obediencia incondicional y
con buenos efectos.
Hechos
4:19 y Hechos 5:29 determinan qué es una
obediencia que está por encima de la obediencia a los hombres.
CAMBIAR
NUESTROS DESEOS
Esta acción corresponde a aspirar
con vehemencia y anhelar sucesos acordes con lo consignado en la Biblia dejando
de sentir apetencia por los asuntos mundanales.
En Deuteronomio 5:21 vemos
como Dios incluyendo el territorio de nuestros deseos estableció límites
claros.
Proverbios 1:22
confirma qué los deseos dan cuenta de la personalidad.
I de Samuel 20:4,
II de Samuel 3:21 y I de Juan 2:16 hacen saber que varias son las
fuentes del deseo, entre ellas encontramos: el alma, el corazón, la carne, los
ojos y la vanagloria de la vida.
Al leer Juan 8:44 podemos
comprender claramente qué los deseos anteriores, los que tuvimos antes de
conocer a Cristo, ya no deben operar en nuestra vida.
Efesios 4:22-23
se constituye en una regla absoluta para que los malos deseos y los vicios en
qué derivan sean transformados en virtudes.
En I de Juan 2:17 Dios nos
muestra qué los anteriores deseos son pasajeros, y nos exhorta a pensar y
satisfacer los eternos.
Veamos
algunos deseos que debemos alimentar acorde con nuestra nueva naturaleza:
Salmos 19:9-10
y I de Pedro 2:1-2, desear la Palabra de Dios.
Salmos 84:1-2
y II de Corintios 5:1-2, desear el cielo.
Salmos 119:20,
desear la justicia divina.
Proverbios 3:13-15,
desear la sabiduría divina.
Proverbios 11:23,
desear el bien.
Isaías 26:8-9,
desear la cita diaria con el Creador.
Salmos 73:25
y Hageo 2:6-7, desear la Segunda Venida de Cristo y nuestro encuentro
con el Salvador.
Daniel 7:19,
desear la Profecía y su comprensión clara.
I de Tesalonicenses 3:6
y II de Timoteo 1:3-4, desear el compañerismo cristiano.
I de Timoteo 3:1,
desear el liderazgo.
VIVIR EN SANTIDAD
Esta acción va más allá de la
santificación que nos otorgó la profesión de fe en Jesucristo, e involucra avanzar
en el proceso de conformación a su perfecta imagen.
Tito 1:8
nos muestra que es una cualidad que todos tenemos, no es un estado de
perfección, sin pecado. Eso sería imposible en este estado actual en el cual
estamos amarrados a la carne. Corresponde a un estilo de vida diario aceptable
ante Dios con la conciencia tranquila por cumplir su voluntad.
En Salmos 139:23-24 vemos
qué implica un acto de constante autoevaluación.
Romanos
12:1-2
y Efesios 4:20-24, nos permiten entender qué es entregar todo nuestro
ser a Dios, ofrecernos a Él de manera sincera, sin
tapujos, cambiando nuestra manera de pensar con la Biblia, teniendo un cambio
real de vida.
Colosenses
1:21-23 y Colosenses 2:6-7, nos dan las pautas para vivir
la santidad de una manera práctica.
Hebreos 7:26,
es una característica de Cristo para replicar en nosotros.
En I de Tesalonicenses 2:10
y I de Corintios 11:1 encontramos el ejemplo de Pablo, quien espera que
lo imitemos.
Jóvenes, el pasaje es claro, veremos
tres formas de actuar según nuestra condición de cristianos, (i) obedecer consecuentemente como Hijos de Dios; (ii) cambiar nuestros deseos acorde
con la voluntad de Dios; y (iii) ser
santos como el Señor Jesús.
Abrazos
todos. Los espero las cinco de la tarde sin falta.
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