jueves, 24 de marzo de 2016

ESCUCHEN O DEJEN DE ESCUCHAR


Esta mañana pasando por los primeros capítulos del libro de Ezequiel, Dios me recordaba de manera devocional cual es mi responsabilidad y misión como su hijo, mientras el regresa por Su Iglesia.

Como parece el arco iris que está en las nubes el día que llueve, así era el parecer del resplandor alrededor. Esta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová. Y cuando yo la vi, me postré sobre mi rostro, y oí la voz de uno que hablaba.” - Ezequiel 1:28.

Ezequiel es testigo ocular del juicio que vendría. Dios le permite verlo claramente y esto lo lleva a postrarse sobre su rostro para oír la voz de aquel que hablaba. Por entender las escrituras, sabemos que el juicio viene pronto. Jesús volverá por segunda vez; ya no en pañales y para mostrar su amor al perdido, sino sobre las nubes y con poder y gran gloria para iniciar sus juicios contra un mundo que ha ido en contra de él desde tiempos antiguos.

Tú y yo lo sabemos cómo Hijos de Dios. El juicio viene y viene pronto. ¿Cómo reaccionamos día a día frente a esta realidad?

Me dijo: Hijo de hombre, ponte sobre tus pies, y hablaré contigo.” Ezequiel 2:1

Creo que Dios nos lo pide cada día. Que pongamos nuestro corazón sobre la realidad que vive este mundo y oigamos su voz de manera clara. Él quiere hablar con nosotros, mostrándonos lo que espera de todos y cada uno de sus hijos.

Acaso ellos escuchen; pero si no escucharen, porque son una casa rebelde, siempre conocerán que hubo profeta entre ellos.” - Ezequiel 2:5

Nuestra tarea es hablar y no callar. Testificar en el campo que Dios nos ha dado acerca del amor de Dios manifestado en su Hijo Jesucristo, y del arrepentimiento verdadero delante de aquel que lo dio todo en la cruz del calvario.

Escuchen o no escuchen, siempre conocerán que hubo profeta entre ellos. Algo más para terminar y de suma importancia:

Me dijo: Hijo de hombre, come lo que hallas; come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel.” -  Ezequiel 3:1

Y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue en mi boca dulce como miel.- Ezequiel 3:3

Luego me dijo: Hijo de hombre, ve y entra a la casa de Israel, y habla a ellos con mis palabras.” - Ezequiel 3:4

Cuan claro vemos lo que Dios espera que hablemos. El rollo, sus palabras. Es imposible hablar de la Palabra de Dios, sino estamos día tras día sumergidos en ella. Como dicen los pasajes anteriores debemos comer Biblia. Permitir que la Palabra de Dios haga ese proceso de digestión espiritual, alimentándonos diariamente y moviéndonos a cumplir con la misión que nos ha sido encomendada.

Alimentemos nuestros vientres y llenemos nuestras entrañas para entonces ir a ellos, a hablar Sus Palabras; no las nuestras.

Un abrazo y nos leemos mañana,

Javier.

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