jueves, 10 de diciembre de 2015

LA BREVEDAD DE LA VIDA

La vida es corta, ¡punto!       

Los días de nuestra edad son setenta años; Y si en los más robustos son ochenta años, Con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, Porque pronto pasan, y volamos.” – Salmo 90:10.

Cómo jóvenes podemos pensar que nos resta una “eternidad” acá en la tierra, pero que equivocados estamos. Si Dios nos da vida, dice la Biblia que los días de nuestra edad son 70 años y en los más robustos 80. En mi caso si nos vamos con la primera cifra, ya estoy en la mitad de mis días; y esto suponiendo que el Señor no regrese de acá a 35 años lo cual dudo firmemente.

La vida se pasa volando. ¿Que hace que celebraba mis 10, 15, 20, 25 y 30 años? Hoy a puertas de los 35 puedo confirmar que los años se pasan volando.

¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello” – Santiago 4:13-15.

Analizando este pasaje debemos considerar algo más. La vida es como neblina. Aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece. Accidentes, enfermedades y otros factores más pueden llegar a acortar los días de nuestra vida. Hoy estamos, mañana quien sabe. Es por esto que creo en parte el predicador escribió las siguientes palabras…

Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento;” - Eclesiastés 12:1.

Aprovechemos la juventud. Amemos al Señor cada día de nuestras vidas, manifestándolo en una obediencia plena a Él. Sirvámosle con todo nuestro ser, empleemos nuestras fuerzas las cuales en la juventud son multiplicadas para desgastarnos del todo por amor a las almas.

Que Él y solo Él sea la pasión de nuestras vidas desde nuestra juventud, y que el día que partamos (ya sea arrebatados o por el desgaste de nuestro cuerpo terrenal) en pocos o en muchos años; seamos hallados fieles delante de aquel que nos amó.

¡Acordémonos de nuestro Creador en los días de nuestra Juventud! Y porque no recordar las consecuencias de no hacerlo…

antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento;

Un abrazo y nos leemos mañana,

Javier.

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