La predica sobre las finanzas que tuvimos hace unos
domingos donde nos enseñaron específicamente sobre el tema del endeudamiento a
la luz de la Biblia me confirmó que el materialismo y la obsesión por las
riquezas lleva a las personas incluyendo a las cristianas a endeudarnos hasta
alcanzar límites perjudiciales.
Nos encontramos en una era de consumismo desenfrenado
donde compramos cosas por el simple hecho de tenerlas perdiendo el enfoque que
Dios nos da sobre las posesiones materiales.
En el Evangelio de Lucas capítulo 12, versículos 16 al
20 encontramos la parábola del hombre rico y su heredad que producía a un nivel
que desbordaba su propia capacidad de producción sin embargo este hombre rico tenía
toda su fe puesta en los bienes terrenales y no se preocupaba por su
espiritualidad dando por sentado que todos sus problemas estaban resueltos
gracias a su gran riqueza, la conclusión de dicha historia la encontramos en el
versículo 21 donde Jesús compara a quien atesora sin tener en cuenta a Dios con
un necio y dictamina un desenlace adverso.
Hoy me hice estas preguntas y me motive a contestarlas con toda
honestidad:
¿Cuál es mi posesión más preciada?
¿Se vería afectada mi naturaleza humana si esa
posesión desapareciera de repente?
¿La pérdida de esa posesión afectaría mi vida
espiritual?
Finalmente recordé el caso de alguien muy diferente al
hombre descrito en el Evangelio de Lucas y es el de Job quien también era un individuo
muy rico que fue despojado de un día para otro de toda y cada una de las cosas
materiales que tenía, de su salud y de la herencia más preciada que eran sus
hijos y aun así continúo andando con Dios.
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