Todos conocemos la historia de Jonás, quien en lugar de cumplir con su asignación de predicar a los ninivitas, decidió huir de ella y en el puerto de Jope consiguió un pasaje en una nave que se dirigía a Tarsis a más de 3.500 km al oeste de Nínive.
Revisemos el pasaje, Jonás 1:1-3:
Revisemos el pasaje, Jonás 1:1-3:
1:1 Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai,
diciendo:
1:2 Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad,
y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí.
1:3 Y Jonás se
levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a
Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en
ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de
la presencia de Jehová.
Una actitud calcada de la que tuvieron Adán y Eva
luego de cometer el pecado original, mirémoslo en Génesis 3:1-6:
3:6 Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer,
y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría;
y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como
ella.
3:7 Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y
conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se
hicieron delantales.
3:8 Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba
en el huerto, al aire del día; y el hombre
y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del
huerto.
3:9 Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo:
¿Dónde estás tú?
3:10 Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me
escondí.
Jóvenes, así como Jonás y Adán y Eva, todos y cada
uno de nosotros tiene una serie de responsabilidades con Dios para la santificación
personal así como para el avance de su obra y las dos parten del principio de
la obediencia a su preciosa palabra; no podemos pretender huir y que esto no
tenga una consecuencia directa en nuestro andar cristiano.
Quiero mostrar algunas verdades bíblicas que nos
confirman que no podemos escondernos de nuestro Señor y que si pretendemos
hacerlo será completamente en vano:
Amos 9:2-3:
9:2 Aunque cavasen hasta el Seol, de allá los tomará mi mano; y
aunque subieren hasta el cielo, de allá los
haré descender.
9:3 Si se
escondieren en la cumbre del Carmelo, allí los buscaré y los tomaré;
y aunque se escondieren de delante de mis
ojos en lo profundo del mar, allí mandaré a la serpiente y los morderá.
Abdías 1:4:
1:4 Si te remontares como águila, y aunque entre las estrellas pusieres tu nido, de ahí
te derribaré, dice Jehová.
Quiero concluir esta entrada reafirmando que no
podemos escondernos del Señor y el verdadero compromiso es el cumplimiento de
su palabra y el servicio como obreros de la mies.