sábado, 2 de julio de 2016

TESTIMONIO


Hoy quiero compartirles el testimonio que preparé en el marco del Retiro Regional de Jóvenes de nuestras iglesias de Bucaramanga y Cúcuta que se está desarrollando actualmente en la Hacienda San Miguel de la Mesa de Los Santos.

El domingo 26 de agosto de 2007, asistiendo a nuestra iglesia madre en Bogotá, aporreado de un noche de juerga, sin fuerza física ni espiritual, en medio de un servicio dominical en el que predicó Rodolfo Garrido, luego de muchos años de una intermitente y dudosa fe, decidí creer y confíe en Jesucristo como mi Salvador personal, esa mañana fría reconocí que era pecador y que me encontraba separado del Señor, me arrepentí de mis pecados y entendí que Cristo murió crucificado por mí, que fue sepultado por mí y resucitó por mí, y finalmente me sentí como hijo de Dios con mis pecados redimidos y heredero de la vida eterna.

Sin embargo, para llegar a humillarme ante los pies del Señor pasaron varias cosas que de cierta manera me impidieron tener una relación temprana con Él, nací y crecí en el seno de una familia católica en Pamplona, Norte de Santander, con una fe basada en ritos y sacramentalismo aferrado a la tradición en la que la Biblia permanecía completamente cerrada, quedé huérfano a una edad muy temprana, con un vacío tremendo, la ausencia de Ricardo, mi padre, hizo mella en mí, siendo un niño sufrí un accidente tremendo que me dejó secuelas permanentes para toda la vida; sin conocer claramente la voluntad de Dios, no podía comprender por qué cosas tan terribles como la muerte y le enfermedad podían haber pasado, y utilizando como regla de vida únicamente mi propia experiencia, opté por dudar todo lo relacionado con lo divino, ignorando que existía una verdadera vida que iba más allá de nuestro paso por la tierra.

Prácticamente durante un periodo de 20 años que abarcó desde el colegio hasta mediados de la universidad, crecí cuestionando y renegando día a día sobre mis circunstancias y mis problemas, realmente poco me importaban los problemas de los demás, hice un largo recorrido de muchas idas y vueltas por una buena parte de los pecados descritos en la Biblia y cometí muchas conductas que estaban en contravía de preceptos morales, éticos y legales.

Confié ciegamente en falsas doctrinas y el conocimiento humano, asistí a una fraternidad de nueva era, estudié el hermetismo, budismo, cienciología, ufología, deconstrucción de conceptos, existencialismo, fenomenología, posestructuralismo, posmodernismo y los tres maestros de la sospecha (Marx, Freud y Nietzsche), capitalismo neoliberal y derecho, avanzando en el estudio de mi carrera Dios permitió que varias personas me mostraran el evangelio y me negaba a aceptarlo, de hecho una mujer que está acá, Ana María Rey, la esposa de nuestro pastor Diego Rojas, cuando fuimos compañeros de aulas estudiando derecho en la Universidad Autónoma de Bucaramanga abrió la Palabra de Dios y me expuso claramente el camino a la salvación.

Antes de ser creyente renegaba contra Dios por la muerte de mi padre y mi enfermedad, y le pedía a Dios que hiciera un milagro en mi vida reparando mi cuerpo. Pero todo ocurrió de manera diferente, cuando creí en el Señor y acepté el Evangelio, entendí que, aunque había perdido a mi padre físico había ganado a un Padre eterno y celestial, la biblia se abrió y con ella la sabiduría divina, al comenzar a confiar plenamente en Dios y congregarme, discipularme, orar y poner en sus manos asuntos como mi enfermedad, comenzó una transformación individual, y gocé de una respuesta milagrosa que me demostró su inmenso poder y quitó de manera considerable gran parte del sufrimiento de 26 años.

Jóvenes:

Hoy tengo una relación personal con Dios, en dependencia y sumisión. Mi misión es el cumplimiento de la Gran Comisión. La iglesia, es familia espiritual. Mi vida cambió, las pasiones y pecados que lideraban mi existencia, han dado paso a virtudes que nunca creí desarrollar. Miembros de mi familia física, amigos y enemigos han conocido de Cristo. El Señor me ha usado como un instrumento de luz. En la iglesia he conocido la Sana Doctrina y me he comprometido a velar por ella. He tenido el privilegio de servir en el Ministerio, aprovechando el tiempo encaminando el ejercicio de dones y talentos concedidos por el Espíritu
Santo.

Aprovecho pedir públicamente perdón a Ana María por haber sido tan cruel con ella y sus amigas en la universidad, y decirle que la semilla del Evangelio que fue sembrada más tarde germinó y que en mis oraciones están otros compañeros que junto a mí oyeron de ella las buenas nuevas, Jesualdo Arzuaga, Juan Manuel Duarte y Andrés Quiroga.

Quiero finalizar con el siguiente versículo que hoy más que nunca siento mío.

Salmos 139:16
Mi embrión vieron tus ojos,
Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas
Que fueron luego formadas,
Sin faltar una de ellas.”

Dios desde su altura nos mira y quiere nuestra salvación y transformación.

Con cariño.

MAC

viernes, 1 de julio de 2016

NO ANDAR JUZGANDO A LOS DEMÁS


Yo estoy convencido de que en lo que más se deleita el ser humano es mirando a los demás, criticándolos y juzgándolos sin fijarse lo que él mismo está haciendo con su vida. Hay mucha hipocresía en este mundo. Veamos lo que nos ACONSEJA el mismo Dios, el creador de todas las cosas y Quien nunca se equivoca:

37No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados.38Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir. 39Y les decía una parábola: ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo?  40El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro. 41¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? 42¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo, no mirando tú la viga que está en el ojo tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano. - Lucas 6:37-42

Dios, de una manera u otra siempre nos recalca sobre la importancia de NO JUZGAR a los demás, ni condenar a nadie, sino más bien PERDONAR, si queremos ser perdonados y si no queremos ser juzgados y condenados. La promesas de Dios son claras y yo debo esperar a que se cumplan, tal vez no he sabido dar de mi todo lo que puedo dar, me falta dar más amor, más ternura, más sacrificio, más entrega, más diligencia.

Seguramente que cuando todas estas cosas mejoren, entregando de lleno toda mi vida a la Obra del Señor, Él estará dispuesto a darme todo lo que me promete. Aún me falta ser ejemplo en muchas cosas de las que Dios me manda: Más estudioso, más santo, más, mucho más  parecido a Cristo, más examinador de mis errores, más dominador de mis impulsos pecadores, más reconocedor de mis errores, más misericordioso, más perdonador, menos ofensivo.

Hay MUCHAS enseñanzas en este pasaje que debemos considerar en nuestro andar diario: 
  • No juzgar a nadie
  • No condenar a nadie
  • Aprender a perdonar siempre
  • Dar todo lo que podamos antes que esperar en recibir.
  • Las promesas de Dios son fieles y debo seguir esperando en ellas.
  • Examinarme todos os días a la luz de la Palabra para combatir firmemente contra mis pecado
  • Mirarme a mí antes que andar mirando a los demás.
  • Quitar de mi todo resentimiento contra los demás
  • Ver la parte buena en los demás. 
Resumamos como siempre en forma breve esta enseñanza:

1. Cuatro mandamientos claves : No juzgar. No condenar, Perdonar y Dar (Vs 37-38)
2. Si queremos ser maestros, nuestro testimonio debe estar limpio con base en estos 4 mandamientos (Vs 39-40)
3. Si  queremos ser maestros debemos limpiar primero nuestras vidas para ayudar a limpiar la vida de otros (Vs 41-42)

Dios no ha hablado de forma clara de un tema muy importante, no juzgar a los demás. No hacer a otros lo que NO quiero que me hagan a mí. Recordemos que tenemos un Dios JUSTO, que todo lo ve y que nos muestra que de lo que sembremos, eso mismo vamos a cosechar.

A mi particularmente me impresiona como Dios nos habla en el momento preciso y hoy me impacta ver el llamado que Dios me haces a perdonar, a ser justo, a no juzgar a nadie. A ser SANTO.

Jóvenes, creo que la mejor forma de aplicar esta breve pero significativa enseñanza es siendo JUSTOS en todas nuestras actitudes, midiendo cada una de nuestra palabras y de nuestros pensamientos; mirándonos a nosotros  mismos antes que andar mirando los defectos de los demás.

Preparémonos para disfrutar el mejor fin de semana que el Señor nos regala en el año: Nuestro retiro de jóvenes.


Fabio