sábado, 22 de marzo de 2014

AMAR DE HECHO Y EN VERDAD


Ésta semana siguiendo con el estudio de I de Juan voy a centrarme en el pasaje correspondiente al versículo dieciocho del capítulo tercero que establece lo siguiente: “Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.”

Dios nos muestra en este pasaje dos aspectos sustancialmente opuestos respecto del amor, el primera correspondiente al amor teórico y pasivo y el segundo a su forma practica y real.

El conocimiento potencial que tengamos de la Palabra de Dios se puede constituir en simples hipótesis sobre el amor cristiano y nuestra manifestaciones sí no actuamos conforme a lo expresado pueden ser sinónimas de una espiritualidad vacía, siendo nuestras obras la confirmación de la fe que profesamos.

Al respecto el Señor nos enseña lo siguiente:

Nuestros hechos le glorifican
Es nuestro deber demostrar el amor con los hechos correctos delante de los hombres para glorificar al Señor, remitámonos a Mateo 5:16:Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

Nuestros hechos deben abundar
Nuestro amor cristiano se debe traducir en multitud de hechos que lo demuestren como se establece en I de Timoteo 6:18: “Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos;”

La fraternidad y los hechos
El amor en medio de la congregación debe dar como resultado el aumento de nuestra capacidad de traducir la teoría en acciones concretas como nos indica Dios en Hebreos 10:24: “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras;”

Los hechos son la demostración de la fe
Un adagio popular afirma que la demostración del amor es acción y no la buena razón, la sabiduría divina establece que la fe debe demostrarse, en Santiago 2:17, encontramos que: “Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.”


Jóvenes amar no es cuestión de lenguaje y retórica sino de acciones palpables, demostrables y reales, teniendo siempre presente que nuestras buenas obras se deben dar en abundancia como resultado de nuestro andar cristiano y fraterno, y se constituyen en una forma de glorificar a nuestro Padre Eterno demostrando nuestra fe.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias :)