El libro de Esdras nos cuenta el momento en que el pueblo
de Israel sale de su cautividad en Babilonia para volver a su tierra.
Dios despertó
el espíritu de Ciro rey de Persia para que este animara y ayudara económicamente
a los judíos a salir y volver a sus tierras para edificar la casa de Dios.
Los judíos
reedifican el templo, pero después de un tiempo el servicio en el templo se
paraliza, el pueblo estaba nuevamente cautivo pero esta vez era de sus propias concupiscencias.
Dios vuelve a despertar un corazón, en esta ocasión era el
de uno de su pueblo, un Escriba y sacerdote llamado ESDRAS; este hombre tenía
unas características especiales por la gracia de Dios en su vida, fue usado tremendamente
por Dios en una etapa de avivamiento en el pueblo de Dios.
Al leer Esdras 7 podemos decir de este hombre que: tenía
un linaje claro de su descendencia sacerdotal, era un escriba diligente en la
ley de Jehová, la buena mano de Dios estaba sobre él, tenía la gracia de Dios
sobre su vida, era un líder al que era fácil seguir, había preparado su corazón
para inquirir, cumplir y enseñar la ley de Jehová.
Además de estas características Esdras despertaba la
admiración de la gente quienes lo veían como un hombre erudito en la ley del cielo,
un hombre honesto, sabio, líder.
Esdras no se jactaba ni se dejaba dominar por la vana
gloria, el atribuía y daba la gloria a Dios, se inclinaba y le adoraba
agradecido por su misericordia, le oraba y no movía un paso sin la guía de Dios.
Yo creo que Esdras es un buen ejemplo para nosotros, al
ver su vida preguntémonos estas cosas:
1) ¿ La mano de
Dios se ve en nuestras vidas?
2) ¿Nuestro testimonio de vida inspira a otros a seguir a
Jesús?
3) ¿Tienes comunión con Dios, Él guía tu vida?
4) ¿Lo que haces da fama a Dios o buscas tu propia
gloria?
Dios uso poderosamente a Esdras y todo un pueblo fue
movido a Dios, al igual que este hombre somos instrumentos en las manos de Dios
para que la gente conozca que hay salvación y propósito en Jesucristo.
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