Filipenses 2:3-8
“2:3 Nada hagáis por contienda o por
vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como
superiores a él mismo;
2:4 no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.
2:5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,
2:6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
2:7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
2:8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”
2:4 no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.
2:5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,
2:6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
2:7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
2:8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”
Que buen ejemplo tenemos hoy para
compartir como hijos de Dios. El ejemplo de nuestro señor Jesucristo como
siervo siendo el más grande, el creador.
Hoy solo quiero pedir que no nos creamos
los más o hagamos las cosas esperando el reconocimiento a cambio. Si el reconocimiento
llega qué bueno y demos la gloria a Dios pero si no, sintamos la misma satisfacción de haber hecho lo mejor
con toda la humildad.
Qué bueno ser competitivos, querer hacer
las cosas mejor que los demás y hacerlas mejor que los demás; pero si es así no
olvides quien te da la capacidad para ser el mejor.
Jesucristo siendo Dios se hizo hombre
para servir y morir por cada uno de nosotros. Sin no lo reconocemos en cada aspecto de nuestra
vida y morimos a nuestros deseos para satisfacerlo a él, vamos por el camino
equivocado.
Te animo a que vivas de esta forma de
hoy en adelante y a que tengas un corazón humilde que agrade a Dios.
=)
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