Nehemías con el mismo
propósito de Esdras solicitó al Emperador Persa Artajerjes el encargo de ir a
Judea a reorganizar la provincia y reconstruir los muros de la ciudad santa de
Jerusalén, en su misión tuvo mucha oposición de los pueblos vecinos,
especialmente del gobernador del distrito de Samaria, en medio del trabajo de
reconstrucción fue un hombre precavido e instó a todos a los que colaboraban en
la obra a tomar esa misma actitud, miremos el Capítulo 4:17-18: “Los que edificaban
en el muro, los que acarreaban, y los que cargaban, con
una mano trabajaban en la obra, y en la otra tenían la espada. Porque los que edificaban, cada
uno tenía su espada ceñida a sus lomos, y así edificaban; y el que tocaba la trompeta estaba junto a mí.”
Jerusalén se encontraba
desolada a merced de los pueblos invasores, sus muros habían sido destruidos y
era una ciudad indefensa, Esdras había cumplido el encargo de la reconstrucción
del templo de Salomón, y aunque se había reestablecido la presencia del pueblo
judío en el territorio, era necesario proteger el asentamiento de los enemigos
externos.
La edificación es un trabajo en equipo
En la primera
parte podemos observar que la edificación del muro era un trabajo mancomunado
entre diferentes clases de personas con todos y cada uno de los roles que demandaba
un proyecto de construcción de semejante envergadura, que permitiera unir las
doce puertas de la ciudad descritas en los capítulos 4 y 5, que correspondían a
las de Efraín (1), la cárcel (2), la fuente (3), las aguas (4),
las ovejas (5), los caballos (6), del juicio (7), del muladar (8), del pescado
(9), del valle (10), oriental (11) y vieja (12).
Un claro ejemplo de obra
para Dios que en el marco de la iglesia de Cristo exige un trabajo conjunto
menguando el ego y exaltando el espíritu.
La espada cercana
El pueblo judío
en ese momento no contaba con un ejército regular como el existente en los
tiempos de David, todos los trabajadores que participaban en la reconstrucción
de los muros asumían a su vez el papel de soldados y todos y cada uno sin
excepción tenían encintada en la parte inferior y central de la espalda una
espada cercana a su mano, esa arma
blanca, larga, recta, aguda y cortante, con guarnición y empuñadura que sirve
para la defensa y el ataque.
Nuestra arma espiritual
es la palabra de Dios y nuestro rol hoy es también el de una orden de carácter
militar en medio de esta guerra por las almas de los hombres, revisemos las
palabras contenidas en la Biblia que nos hablan al respecto.
II
de Corintios 10:3-6
“Pues aunque andamos
en la carne, no
militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales,
sino poderosas en Dios para la
destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta
contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la
obediencia a Cristo, y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando
vuestra obediencia sea perfecta.
II
de Timoteo 2:1-4
“Tú, pues, hijo
mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús. Lo que has oído de mí ante
muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar
también a otros. Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. Ninguno
que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que
lo tomó por soldado.”
Protección frente al enemigo
Nehemías 4:1-3,
nos describe claramente la calidad de los enemigos de la obra emprendida por él:
“Cuando oyó Sanbalat que
nosotros edificábamos el muro, se enojó y se enfureció en gran manera, e hizo
escarnio de los judíos. Y habló
delante de sus hermanos y del ejército de Samaria, y dijo: ¿Qué hacen estos débiles judíos? ¿Se les
permitirá volver a ofrecer sus sacrificios? ¿Acabarán en un día? ¿Resucitarán
de los montones del polvo las piedras que fueron quemadas? Y estaba junto a él Tobías amonita, el cual dijo:
Lo que ellos edifican del muro de piedra, si subiere una zorra lo derribará.”
Hombres como
estos siempre estuvieron al asecho y era prioritario estar protegidos frente a
ese peligro potencial.
La Palabra de Dios la espada de verdad
La palabra de
Dios es esa arma poderosa que debemos tener a la mano en el marco de esta
guerra de naturaleza espiritual, recordemos algunos pasajes que nos confirman
sus poder características y poder.
Isaías
11:3-5
“Y le hará entender
diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni
argüirá por lo que oigan sus oídos; sino que juzgará con justicia a los pobres,
y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de
su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Y será la justicia cinto de sus lomos, y la
fidelidad ceñidor de su cintura.
Efesios
6:17
“Y tomad el
yelmo de la salvación, y la espada del
Espíritu, que es
la palabra de Dios;”
II
de Tesalonicenses 2:8
“Y entonces se
manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida;”
Hebreos
4:12
“Porque la palabra de Dios es viva y
eficaz, y más
cortante que toda espada de dos filos; y
penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos,
y discierne los pensamientos y las
intenciones del corazón.”
Apocalipsis
1:16
“Tenía en su
diestra siete estrellas; de
su boca salía una espada aguda de dos filos;
y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.”
Apocalipsis
2:12
“Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos
dice esto:”
Apocalipsis
2:16
“Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti
pronto, y pelearé contra ellos con la
espada de mi boca.”
Jóvenes, como en el caso
de Jerusalén, nuestros muros pueden estar caídos, esas paredes derribadas son
un ejemplo de una defensa espiritual debilitada, es por eso que en el trabajo
de la reconstrucción, de manera grupal como iglesia o individual, debemos tener
a la mano nuestra espada, esa palabra viva y verdadera, la que salió de la boca
de Dios, un arma poderosa en la que debemos confiar y aprender a utilizar para
salir victoriosos en esta guerra por las almas de los hombres y la batalla de
la edificación diaria.
Antes de terminar
recordemos este hermoso pasaje que se relaciona intrínsecamente con el
versículo relacionado.
Proverbios 25:28
“Como
ciudad derribada y sin muro
Es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda.”
1 comentario:
Gracias !!! :) :) :)
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