Con Josué comienza la
posesión de la tierra prometida para el pueblo de Israel, sin embargo no fue un
ejercicio de ocupación pacífico y mediaron varias guerras para lograr este propósito,
una dura campaña militar con victorias y derrotas, un cuadro de las luchas
espirituales que podemos ganar o perder. Para esta entrada vamos a mirar Josué 10:14: “Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él, habiendo atendido Jehová a la voz de un
hombre; porque Jehová peleaba por Israel.”
Esta porción de la Biblia
se relaciona con la derrota del pueblo de los amorreos mediando un milagro
producido por Dios que permitió la victoria del ejército israelita comandado
por Josué, revisemos este pasaje.
Un día de victoria excepcional
Para el creyente en
Cristo así como en el caso de Israel existe una guerra constante contra la
tentación de pecar, los pueblos contra los que luchó Josué son cuadros del
pecado que debemos destruir. El tentador es Satanás quien tentó al mismo Señor
Jesucristo como nos muestra Mateo 4:1-3:
“Entonces Jesús fue llevado por el
Espíritu al desierto, para ser tentado por el
diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta
noches, tuvo hambre. Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios,
di que estas piedras se conviertan en pan.”, su propósito es hacernos pecar de
manera constante como se establece en I de Pedro 5:8 “5:8 Sed sobrios, y
velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a
quien devorar;”, es nuestro oponente en esta guerra
espiritual y busca básicamente tres cosas que se derivan del pecado:
1.
La ruptura de nuestra
unión con Dios, miremos Isaías 59:2: “pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios,
y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír.”
2.
El entorpecimiento de nuestra
labor evangelio y llevemos fruto al Señor, miremos Juan 15:5: “Yo soy la vid, vosotros los
pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.”
3.
El debilitamiento de
nuestro testimonio cristiano entre nuestros hermanos y el mundo, miremos Filipenses
2:15: “para que seáis irreprensibles
y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y
perversa, en medio de la cual resplandecéis
como luminares en el mundo;”
La primera parte del
versículo describe la posibilidad de tener un día de victoria como la tuvo el ejército
israelita contra los amorreos, en nuestro caso una victoria diaria contra la
tentación de la mano de nuestro Señor Jesucristo quien fue tentado y salió victorioso
siempre, como se determina en Hebreos 4:15: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no
pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.”
Dios atiende nuestra voz
Jehová atendió la voz de Josué
para lograr la victoria en la batalla contra los amorreos como se narra en Josué
10:12: “Entonces Josué
habló a Jehová el día en que Jehová entregó al
amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo
en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón; Y tú, luna, en el valle
de Ajalón.” Situación que es idéntica en nuestra lucha constante contra la
tentación, el Señor nos ofrece su ayuda para salir victoriosos como nos enseña I
de Corintios 10:12-14: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no
caiga. No os ha sobrevenido ninguna
tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os
dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino
que dará también juntamente con la
tentación la salida, para que podáis soportar. Por tanto, amados míos, huid
de la idolatría.”
Así como oró Josué
nuestra oración en tiempos de batalla debe ser pronta confiando en las promesas
anteriormente descritas.
En Dios tenemos la victoria
Finalmente Dios es quien
da la victoria como se la concedió a Josué, revisemos Josué 10:13: “Y el sol se detuvo y la luna se paró, Hasta que la gente se hubo vengado de sus
enemigos. ¿No está escrito esto en el libro de
Jaser? Y el sol se paró en medio del
cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero.”.
Cuando enfrentemos la
tentación debemos recordar que el poder para vencer no radica en nosotros sino
en Cristo, corroborémoslo en Hebreos 2:18: “Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.”, así como en Proverbios 21:31: “El caballo se alista para el día de la batalla; Mas Jehová es el que da la
victoria.”
Jóvenes, en nuestra guerra
constante contra la tentación todos los días deben ser como el día en que Josué
derrotó al pueblo de los amorreos, ganando las batallas porque nos comunicamos
con Dios y solicitamos su ayuda para que pelee por nosotros y nos dé la
victoria.
2 comentarios:
Graciaaas.
=)
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