Esta vez el Señor me mostró en Números 13:1-3 la Misión
de los XII espías: “Y Jehová habló a Moisés, diciendo: Envía tú hombres que reconozcan la tierra de Canaán, la cual yo doy
a los hijos de Israel; de cada tribu
de sus padres enviaréis un varón,
cada uno príncipe entre ellos. Y Moisés los envió desde el desierto de
Parán, conforme a la palabra de Jehová;
y todos aquellos varones eran príncipes de los hijos de Israel.”
Los príncipes escogidos
Los hombres encargados de llevar a cabo la misión
ordenada por Dios eran varones con títulos nobiliarios pertenecientes a las XII
tribus. De acuerdo con Números 13:4-16, sus nombres son los siguientes:
1. Samúa
2. Safat
3. Caleb
4. Igal
5. Oseas (Josúe)
6. Palti
7. Gadiel
8. Gadi
9. Amiel
10. Setur
11. Nahbi
12. Geuel
La misión
La labor encargada a estos doce príncipes para que en
secreto fueran a Canaán y recopilaran información con fines militares se
encuentra descrita en Números 13:17-20:
“Los envió, pues, Moisés a reconocer la tierra de Canaán, diciéndoles:
Subid de aquí al Neguev, y subid al monte,
y observad la
tierra cómo es, y el pueblo que
la habita, si es fuerte o débil, si poco o numeroso; cómo es la tierra
habitada, si es buena o mala; y cómo son las
ciudades habitadas, si son campamentos o plazas fortificadas; y cómo es el terreno, si es fértil o estéril, si
en él hay árboles o no; y esforzaos, y tomad del fruto del país. Y era el
tiempo de las primeras uvas.”
El cumplimiento
Los doce príncipes cumplieron la misión encomendada como
se narra en Números 13:21-24: “Y ellos
subieron, y reconocieron la tierra desde el desierto de Zin hasta Rehob,
entrando en Hamat. Y subieron al Neguev y vinieron hasta Hebrón; y allí estaban
Ahimán, Sesai y Talmai, hijos de Anac. Hebrón fue edificada siete años antes de
Zoán en Egipto. Y llegaron hasta el arroyo de Escol, y de allí cortaron un
sarmiento con un racimo de uvas, el cual trajeron dos en un palo, y de las
granadas y de los higos. Y se llamó aquel lugar el Valle de Escol, por el
racimo que cortaron de allí los hijos de Israel.”
La duración de la misión
Los príncipes estuvieron en Canaán un largo periodo de
tiempo que les permitió recopilar la información requerida por Moisés como se
detalla en Números 13:25-26: “Y volvieron de reconocer la tierra al fin
de cuarenta días. Y anduvieron y
vinieron a Moisés y a Aarón, y a toda la congregación de los hijos de Israel,
en el desierto de Parán, en Cades, y dieron la información a ellos y a toda la
congregación, y les mostraron el fruto de la tierra.”
El informe entregado
Con toda la congregación reunida los príncipes informaron
los resultados de su misión como se encuentra consignado en Números 13:27-29:
“Y les contaron, diciendo: Nosotros llegamos
a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel;
y este es el fruto de ella. Mas el
pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos allí a los
hijos de Anac. Amalec habita el Neguev, y el heteo, el jebuseo y el amorreo
habitan en el monte, y el cananeo habita junto al mar, y a la ribera del
Jordán.”
El optimismo del príncipe
Caleb
El príncipe Caleb vio y juzgó las circunstancias
encontradas en Canaán en su aspecto más favorable confiando en Dios como está
escrito en Números 13:30: “Entonces Caleb
hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo:
Subamos luego, y tomemos posesión de
ella; porque más podremos nosotros que ellos.”
El pesimismo de los otros
príncipes
En contraposición a la confianza del príncipe Caleb esta
fue la postura de los otros príncipes, una visión y juicio de las
circunstancias encontradas en Canaán en su aspecto más desfavorable como está establecido
en Números: 13:31-33: “Mas los
varones que subieron con él, dijeron: No
podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros. Y
hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido,
diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura. También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los
gigantes, y éramos nosotros, a nuestro
parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos.”
Jóvenes, así como doce hombres fueron escogidos para
reconocer Canaán, Dios nos quiere
usar para reconocer ese territorio de 2.129.748 km² conocido como la República
de Colombia, nuestra nacionalidad está en el cielo y como embajadores
celestiales la misión es la misma de los príncipes de las XII tribus de Israel, observar este
país, a su población, sus ciudades y el terreno, para ejercer nuestra
estrategia en la guerra por las almas de los hombres, es una misión arriesgada
y que lleva tiempo pero la obra es del Señor, nosotros solamente somos sus
instrumentos. Sin embargo como en los casos del príncipe Caleb y los otros
príncipes pueden existir dos posturas, la de la fe en Cristo y la del miedo en
la carne, doy por sentado que la nuestra es de seguro la primera, estamos del
lado del Dios Todopoderoso y no nos puede amedrentar que así como en Canaán,
Colombia sea una tierra que traga a sus moradores y este habitada por hombres aparentemente
poderosos y en ciudades impenetrables.
¡No somos langostas, somos hijos de Dios y esta patria
será para Cristo!
2 comentarios:
Gracias.
Desafiante.
=)
Que buena aplicación... Adelante
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