jueves, 12 de junio de 2014

EL DOLOR EN EL CORAZÒN DE DIOS

Los capítulos iniciales del libro de Jeremías nos dejan conocer el dolor, la indignación y la ira de Dios; frente a la decisión abierta por parte de Israel y Judá, de olvidarse de quien fuera Su Dios, para seguir al leño y al madero. Síguenos en la lectura de los siguientes pasajes:

9Y sucedió que por juzgar ella cosa liviana su fornicación, la tierra fue contaminada, y adulteró con la piedra y con el leño. 10Con todo esto, su hermana la rebelde Judá no se volvió a mí de todo corazón, sino fingidamente, dice Jehová.” – Jeremías 3:9-10

El pueblo amado de Dios cayó demasiado bajo. Fornicó tras dioses ajenos y toda su tierra fue contaminada. Lo más triste es que ellos mismos vieron su pecado como algo liviano. Es decir no reconocieron que habían pecado gravemente contra Jehová su Dios. Cuan parecido es esto a lo que vivimos hoy en día aun como creyentes, como hijos del Dios altísimo.

Los capítulos iniciales del libro de Jeremías nos dejan conocer el dolor, la indignación y la ira de Dios; frente a la decisión abierta por parte de Israel y Judá, de olvidarse de quien fuera Su Dios, para seguir al leño y al madero. Síguenos en la lectura de los siguientes pasajes:

9Y sucedió que por juzgar ella cosa liviana su fornicación, la tierra fue contaminada, y adulteró con la piedra y con el leño. 10Con todo esto, su hermana la rebelde Judá no se volvió a mí de todo corazón, sino fingidamente, dice Jehová.” – Jeremías 3:9-10

El pueblo amado de Dios cayó demasiado bajo. Fornicó tras dioses ajenos y toda su tierra fue contaminada. Lo más triste es que ellos mismos vieron su pecado como algo liviano. Es decir no reconocieron que habían pecado gravemente contra Jehová su Dios. Cuan parecido es esto a lo que vivimos hoy en día aun como creyentes, como hijos del Dios altísimo.

¿La fornicación pecado? Estas Out. ¿En que mundo vives? Todos lo hacen. Y creemos la mentira del diablo. Llamamos cosa liviana a algo que delante de los ojos de un Dios Santo es abominación. La misma pregunta para tantas actuaciones que en ocasiones por la liviandad de nuestro corazón no las llamamos por su nombre.

25Yacemos en nuestra confusión, y nuestra afrenta nos cubre; porque pecamos contra Jehová nuestro Dios, nosotros y nuestros padres, desde nuestra juventud y hasta este día, y no hemos escuchado la voz de Jehová nuestro Dios.” – Jeremías 3:25.

Israel y Judá llegaron a reconocer el deterioro de su alma. La profundidad del hoyo en que habían caído, pero lo más tenaz es que no hacían nada para salir del mismo. Miremos lo que dice el siguiente pasaje:

3Oh Jehová, ¿no miran tus ojos a la verdad? Los azotaste, y no les dolió; los consumiste, y no quisieron recibir corrección; endurecieron sus rostros más que la piedra, no quisieron convertirse.” – Jeremías 5:3

Aun siendo conscientes de su condición misma, endurecieron su rostro más que la piedra y no quisieron convertirse. Como consecuencia de esto la ira de Dios llegó sobre su nación amada. No pudo resistir más tanta dureza de parte del corazón de aquellos a quienes amaba.

Lo mismo puede sucedernos a ti y a mi si nos resistimos a oir la voz de Dios y a hacer los ajustes que tan claramente sabemos nuestras vidas necesitan.

Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado; 5y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; 6 Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?” – Hebreos 12:4-7

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