Aunque su destino es
la derrota y destrucción, por la voluntad del Señor, Satanás temporalmente podrá
usar su maligno poder para afectar nuestro desarrollo como cristianos,
conocemos gracias al discipulado y el estudio de la Palabra que él tiene como
herramienta la tentación esperando que caigamos como él y pequemos, buscando
que rompamos nuestra comunión con Dios, que dejemos de llevar fruto y que
nuestro testimonio frente a nuestros hermanos en la fe y el mundo inconverso se
vea debilitado.
Y no satisfecho con
interrumpir nuestra intimidad con el Señor nos acusa constantemente de nuestros
pecados llevándonos a dudar de la salvación y el gozo que ella produce.
Revisemos II de
Corintios 2:11: “para que Satanás no
gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no
ignoramos sus maquinaciones.” De día y de noche está ideando y ejecutando
sus planes malignos como se describe perfectamente en II de Corintios 11:3: “Pero
temo que como la serpiente con su
astucia engañó a Eva, vuestros sentidos
sean de alguna manera extraviados de la
sincera fidelidad a Cristo.”
Nuestros sentidos como
los de Eva son falibles y sí sumamos a eso un sentimiento de culpabilidad por
estar en pecado los resultados pueden ser nefastos.
Jóvenes, sí fuimos
tentados, sí caímos en pecado, no demos espacio a que Satanás se aproveche de
la vulnerabilidad de nuestros sentidos y a través de la acusación de pecado
genere en nosotros sentimientos de culpabilidad y duda sobre la salvación y el
gozo que esta produce, interrumpiendo nuestra relación cercana con el Padre,
busquemos el perdón de Dios y la restauración de nuestra relación intima con
él, vivamos I de Juan 1:9: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo
para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.”. Confesemos
nuestro pecado, arrepintámonos, confiemos en la hermosa promesa contenida en
ese pasaje dando gracias por su perdón, y así mantendremos al Acusador alejado
de nosotros.
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