En días pasados vi una película que lleva el titulo de este blog, y en mi devocional estoy pasando por el libro de Romanos en el capítulo 7 y me acorde de esta película.
Tenemos un huésped maldito morando en nosotros y es el pecado, esta es una realidad con la cual como hijos de Dios nos toca convivir, Pablo llega a una conclusión y es que el mal esta en nosotros y por esta razón el mal que no queremos hacer eso hacemos, es una realidad; pero como sucede en esta película hay una batalla intensa; en nuestro caso como creyentes en Jesucristo una batalla intensa entre la carne y el Espíritu Santo de Dios que ahora mora en nosotros y como dice Romanos 8: 2 "Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley el pecado y de la muerte."
¿Dios que me pide, o mas bien como puede vencer ante la carne? Dios nos da una solución muy sencilla y es ocuparnos en el Espíritu esto produce en nosotros vida y paz (Romanos 8: 6). Pienso en David y su pecado, él no se ocupó de lo que debería como rey de Israel, recuerdas, debía ir a la guerra, pero se quedó desocupado en la casa real y paso lo que paso. Dios nos da el mandamiento de ocuparnos en el Espíritu, que andemos en él y no satisfagamos los deseos de la carne.
Como estamos en nuestro devocional, en la meditación de la palabra, en la oración, nuestra relación con nuestro Señor, el discipulado, la obediencia de los mandamientos de Dios, el congregarnos, nuestro fruto para Dios, debemos llenarnos de Dios cada día y recordemos que Dios ya tiene preparadas para nosotros unas buenas obras para que andemos en ellas (Efesios 2: 10 "Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.")
El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, es mas, Dios nos promete victoria y nos dice que somos mas que vencedores por medio de aquel que nos amó.
No tenemos porque seguir viviendo en la esclavitud del pecado, aunque somos consientes de que el mal está en nosotros, en Cristo Jesús podemos vivir vidas victoriosas, que le glorifiquen, llevando su victoria en cada área de nuestra vida, es lo que Dios quiere y desea para nuestras vidas, que mostremos su gloria, que le demos la gloria.
Un abrazo y a vivir la victoria que tenemos en Jesucristo.
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