Entrando en
el Nuevo Testamento Dios nos mostró el siguiente pasaje.
Mateo 1:18-25
“El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando
desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había
concebido del Espíritu Santo. José su
marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y
pensando él en esto, he aquí un ángel
del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas
recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu
Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a
su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se
cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo:
He aquí, una
virgen concebirá y dará a luz un hijo,
Y llamarás
su nombre Emanuel,
que
traducido es: Dios con nosotros.
Y despertando José del sueño,
hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. Pero no la
conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.”
Una porción
que da fe de la encarnación del Hijo de Dios como un mortal con el objetivo de
abrir la puerta de la salvación a toda la humanidad.
Vamos a
centrarnos en la actitud de José, el padre terrenal de Jesús.
Su genealogía
proviene de Abraham como se establece en Mateo 1:1-16, un hombre del
linaje real de Israel en la condición de un humilde carpintero quien ante la
noticia del embarazo de su esposa no quiso quitar su fama, honra y estimación,
así como someterla a la estricta justicia de la época.
Ante la
presencia del mensajero divino este hombre que en un primer momento pensó
abandonar a María obedeció la voluntad de Dios, en los pocos pasajes que se
menciona su nombre y acciones siempre vemos un hombre respetuoso de los
designios celestiales.
Veamos ahora
algunas buenas consecuencias de la actitud de obediencia a nuestro Señor.
Éxodo 19:5
“Ahora,
pues, si diereis oído a mi voz, y
guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos;
porque mía es toda la tierra.”
Deuteronomio
5:29
“¡Quién
diera que tuviesen tal corazón, que me
temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y
a sus hijos les fuese bien para siempre!”
I de Reyes
3:14
“Y si
anduvieres en mis caminos, guardando mis
estatutos y mis mandamientos, como anduvo David tu padre, yo alargaré tus días.”
Santiago
1:25
“Mas el que
mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor
olvidadizo, sino hacedor de la obra,
éste será bienaventurado en lo que hace.”
Jóvenes,
tengamos en José un modelo de conducta, no dejemos que nuestro corazón y
nuestra mente eviten cumplir la sagrada voluntad de nuestro Señor, tenemos la
Biblia, conozcámosla, ella contiene la voluntad de Dios para que actuemos
conforme a ella.
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