“Los sacerdotes levitas, es decir, toda la tribu de
Leví, no tendrán parte ni heredad en Israel; de las ofrendas quemadas a Jehová
y de la heredad de él comerán.
No tendrán, pues, heredad entre sus hermanos; Jehová
es su heredad, como él les ha dicho” Deuteronomio 18:1-2
Hola, esta mañana tuve que hacerme un par de preguntas luego de leer este versículo en el devocional diario… ¿cuál es mi mayor posesión material? ¿Qué es lo más valioso
que tengo?
Estas dos preguntas me ayudan a entender que realmente las
posesiones materiales (muchas o pocas) son en realidad temporales y que nada se
compara con tener simplemente a Dios como Señor de mi vida.
Los sacerdotes levitas no recibieron heredad (terrenos), ellos
recibieron la bendición de ser los sacerdotes entre el pueblo y su bien era
Dios. Aplicándolo a mi vida me hacía reflexionar las muchas veces que no me
contento con simplemente recordar que lo tengo todo y que no necesito más,
tengo a Dios, tengo a mi heredad, en él hay eternidad, propósito, perdón, amor,
esto es suficiente para contentarnos con la vida que nos ha dado nuestro Dios.
Por la gracia de Dios, él suple y bendice y aún más de lo
que esperamos. Ya sea que tenga o no por su gracia, mi heredad es Dios.
Apocalipsis 1:6 dice que “nos hizo reyes y sacerdotes”, nos
da el privilegio de servirle, de buscarle, de escucharlo, tantos beneficios que
nada ni nadie podrá comprar, eso es simplemente indescriptible y maravilloso.
-Un día le hice la gran pregunta a un primo ¿si murieras hoy
sabes a dónde iría tu alma?, el me dijo que no sabía y me devolvió la pregunta ¿y
tu adónde irías? (palabras parecidas) naturalmente la respuesta fue: “Al cielo”
donde está Dios, no lo dude, simplemente le dije que era lo único de lo que estaba
seguro, que no sabía que sería de mi en unos minutos o años, solo estaba seguro de
pasar la eternidad con mi creador… Eso no tiene precio. Y todo por amor a un ser imperfecto.
Como Dios nos enseñó en su palabra hoy: “Apliquemos el
contentamiento” ya que simplemente lo tenemos todo, tenemos a nuestro Dios.
Un abrazo.
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