Amos 7:7-8 “Me enseñó así: He aquí el Señor estaba sobre un muro hecho a plomo, y en su mano una plomada de albañil. Jehová entonces me dijo: ¿Qué ves, Amós? Y dije: Una plomada de albañil. Y el Señor dijo: He aquí, yo pongo plomada de albañil en medio de mi pueblo Israel; no lo toleraré más.
Dios en este pasaje presenta un instrumento particular: LA PLOMADA. Una plomada es una pesa normalmente de metal de forma cilíndrica o prismática y su parte inferior es de forma cónica, que mediante la cuerda de la que pende, marca una línea vertical. Es utilizada por el albañil para poder construir correctamente los muros de una edificación, de manera que estos muros no queden torcidos sino que queden verdaderamente perpendiculares con respecto a la superficie del piso.
Dios se refiere en este pasaje a la necesidad de ajustar y enderezar al pueblo de Israel. En nuestra aplicación devocional, Dios es quien con su plomada, con la medida exacta, como perito arquitecto, como edificador de nuestras vidas, puede enderezarnos y guiar nuestro crecimiento cristiano con la plomada de su mano, con la guía de su Palabra, para que los muros que él quiere edificar en nosotros, sean derechitos y no nos torzamos ni a derecha ni a izquierda.
Una persona “aplomada” además es aquella que se comporta de manera serena, sensata, mesurada, cuerda, juiciosa, madura, objetiva, prudente, reflexiva, tranquila, recta, ecuánime. Si queremos ser “aplomados” desde la perspectiva de Dios, necesitamos cada día de la plomada con la que el Señor nos edifica, con “su Palabra” para poder vivir y crecer correctamente.
Jóvenes: ¿cómo estamos creciendo en nuestra vida? ¿estamos andando derechos delante de Dios o vamos torcidos porque no conocemos la plomada o no permitimos que Dios tome la plomada para crecer rectamente?
Que tengas un día lleno del Señor!!
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